El diseñador colombiano que hace joyas con casquillos de proyectil

Antes de que se sellara el acuerdo final de paz en Cartagena entre Gobierno y Farc, este joven bogotano ya había descargado ráfagas de ideas para relanzar una antigua colección diseñada con vainillas de balas, muchas de ellas disparadas por los soldados del Ejército en momentos álgidos del conflicto armado.

Era 2013. Las negociaciones en Cuba habían iniciado y el diseñador también había creado su primera colección inspirada en estos instrumentos de guerra con 47 piezas que se vendieron en ferias de Nueva York y en Colombia con el padrinazgo de una grande de la moda colombiana como Olga Piedrahita.

Casi 4 años después, en septiembre de 2016, cuando la firma de la paz se hizo inaplazable, Sebastian Jaramillo volvió con una nueva colección de joyería otra vez hecha con casquillos de los proyectiles que quedaron esparcidos en algunos de los escenarios donde se enfrentaron soldados y rebeldes.

Su decisión era el resultado de un proceso de maduración como artista pero también de un optimismo compartido con muchos otros colombianos de su edad que no conocen un país en paz.

"Se me hacía que ya era hora. Aunque ningún proceso va a ser perfecto, hay que mirar el objetivo grande que es un país en conflicto y un país en paz", asevera Jaramillo.

La polarización que sobrevino al acuerdo también afectó al diseñador. Recibió muchas críticas por la rudeza de su apuesta y numerosos elogios por el simbolismo que entrañaba.

Sin dejarse llevar nada más que por ese misticismo propio de los artistas y la historia que contarían sus collares, prendedores o aretes de marcadas formas cónicas y cilíndricas Jaramillo llamó a su nueva colección "Guerra y Paz". 

"Una bala es fea, el reto era cogerla y transformar ese miedo que le atribuimos, darle una segunda vida, borrar la violencia y burlar lo negativo inyectándole cariño hasta el punto en que hay mucha gente que no ve que es una vaina de bala", revela el diseñador de 31 años.

Ensambló perlas y cristales exóticos como las ojivas de esos cartuchos y baño en ciertos casos con oro y plata el opaco bronce del que por lo general está hecha la munición en este país.

Hoy la "joyería rebelde" de Sebastian Jaramillo, como se refieren a sus piezas algunos expertos en moda, se vende además de Colombia, en Estados Unidos y Europa, donde sus clientes exhiben con orgullo las exclusivas joyas en las que el artista convirtió los vestigios de una guerra.