En el caso de Temer, esas sospechas atizan el fuego de una crisis que comenzó este miércoles justamente con las primeras filtraciones sobre la declaración de JBS, una de las mayores empresas cárnicas del mundo, que ha llevado a toda la oposición y hasta a sectores del oficialismo a exigir la renuncia del mandatario.
Los testimonios difundidos por la Corte Suprema salpican además a cuatro ministros del actual Gobierno, a decenas de parlamentarios y a dos gobernadores, y se conocen en momentos en que la base política de Temer se resquebraja en medio de dudas sobre su honestidad.
El Supremo también informó que la investigación que ha abierto contra el Presidente se sustenta en su presunta participación en los delitos de obstrucción judicial y corrupción pasiva, y tiene como base las declaraciones de los directivos de JBS.
Batista también declaró que acordó a fines del año pasado con el diputado Rodrigo Rocha, suspendido de su escaño por el Supremo y muy cercano a Temer, que pagaría al ya entonces mandatario una comisión del 5 % sobre la facturación de una empresa eléctrica de JBS que precisaba una licencia para operar.
Todo ello se suma a una grabación de una conversación de Batista con Temer, en la que el empresario comenta que busca "favores" para JBS en ministerios, que recibe información por adelantado sobre investigaciones o que soborna a un exdiputado preso por corrupción y cercano al gobernante para que no colabore con la justicia.
Temer no ha comentado las nuevas acusaciones, pero en unas declaraciones que ofreció al diario O Globo insistió en que saldrá de "de esta crisis más rápido de los que se piensa", algo que no convence a varios de los partidos de la coalición de Gobierno, que aún analizan un posible desembarque.
En relación a Lula y Rousseff, las confesiones dicen que ambos le facilitaron a JBS la obtención de multimillonarios créditos con el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), entidad estatal también investigada por la trama corrupta en Petrobras.
El dinero de los sobornos, según JBS, alcanzó la suma de 50 millones de dólares en el caso de Lula y de 30 millones de dólares para Rousseff, y se depositaba en cuentas abiertas en el exterior.
Batista admitió que esos créditos irregulares obtenidos con el BNDES ayudaron a la expansión de la compañía, que en los últimos años se convirtió en uno de los gigantes cárnicos a nivel global.
Las negociaciones con Lula y Rousseff, según dijo el empresario, tenían como mediador el exministro de Hacienda Guido Mantega, quien ha sido acusado de ejercer ese mismo papel por la firma Odebrecht, beneficiaria de contratos amañados con la estatal Petrobras.
EFE