Cuando la vida vale 1.800 pesos
En una semana hubo dos muertos por intentar colarse en Transmilenio. Expertos explican que existe un trasfondo social y económico en esta situación.
Noticias RCN
04:47 p. m.
Por Angélica Orcasitas/NoticiasRCN.com
Más allá de las cifras sobre cuánto pierde Transmilenio por los más de 25.000 colados diarios, la verdadera problemática de esta práctica –que va en aumento– es el riesgo que corren las personas que saltan a las vías para ingresar al sistema sin pagar, una situación que para algunos expertos también debe ser analizada desde el punto de vista social y lo que significa para la deteriorada cultura ciudadana en Bogotá.
En la última semana, dos hombres han muerto al intentar colarse al sistema. Uno de los casos se conoció a través de un video grabado por una cámara de seguridad que muestra cuando el hombre se atraviesa junto a su compañera sentimental al parecer para entrar a la estación Consuelo. Un vehículo les impidió ver que un articulado se acercaba. Tras ser arrollados el hombre murió y la mujer se recupera.
El segundo caso es el de un hincha de Santa Fe que al salir del estadio El Campín intentó entrar al sistema sin pagar. Tras ser arrollado por un articulado fue trasladado en una patrulla de la Policía a la clínica Méderi, pero llegó sin signos vitales.
La Secretaría de Movilidad de Bogotá comenzó a sancionar con una multa de 107.000 pesos a quienes invadan o ingresen de manera irregular al sistema. Aunque según datos oficiales entre el lunes y martes se impusieron 380 comparendos, sigue siendo alta la cifra de colados.
Falta de cultura ciudadana y de respeto a las normas
Expertos en materia de movilidad y sociedad coinciden en que la falta de cultura ciudadana es la principal causa de la problemática de los colados y de los muchos problemas que afectan la movilidad en Bogotá.
Las personas, y en este caso específico los usuarios de Transmilenio, han perdido el respeto por las normas y los deberes, y esto también está ligado a la debilidad del sistema de justicia para juzgar este tipo de conductas.
Para hacerle frente a este problema, las directivas de Transmilenio y de la Secretaría de Movilidad han implementado medidas como poner puertas de seguridad y barrotes en los separadores de algunas estaciones.
"Lo que hay que hacer es culturizar y educar, y al mismo tiempo imponer sanciones. Pero no podemos pensar en hacer un sistema tipo cárcel para que el usuario respete", asegura Juan Fernando Petersson, experto en movilidad.
Desde el punto de vista de los sociólogos, se hace necesario reiniciar las campañas de cultura ciudadana que en una época se hacían en la capital del país. Esto debe estar unido a sanciones económicas, pues cuando se debilita el respeto a las leyes hay que implementar correctivos que realmente los ciudadanos quieran evitar.
"Medidas de sanción en donde el bolsillo duela. También se pueden implementar comparendos pedagógicos que los incomoden, así sea haciéndolos ir todo un día a cumplirlo", propone el sociólogo Fabián Sanabria.
El también sociólogo Fernelly Domínguez opina que la percepción de los ciudadanos es que las normas de tránsito y policía pueden ser fácilmente violadas pues no hay procesos de justicia pronta. Esto lleva a la creencia de que no serán judicializados por conductas como pasarse un semáforo, meterse en contravía o entrar sin pagar a Transmilenio.
La falta de cultura ciudadana no solamente afecta el buen funcionamiento de Transmilenio, sino que se ha apoderado de la sociedad bogotana. En el caso de la movilidad, la intolerancia y agresividad de conductores de transporte público, de vehículos particulares, camiones, taxistas peatones y hasta ciclistas (a parte de los problemas de infraestructura), hacen que se haga aún más difícil movilizarse por la ciudad.
No hay sentido de pertenencia
La demora de los articulados, la cantidad de gente en los buses, el mal estado en que se encuentran las vías, la inseguridad, entre otros problemas de Transmilenio en Bogotá, han hecho que los ciudadanos no valoren el sistema.
Aunque esta no es una excusa para violar las normas, el sociólogo Fabián Sanabria explica que un servicio bueno y confiable motiva a los usuarios a pagar con gusto y respetar los sistemas de transporte público de las ciudades.
Los usuarios bogotanos no sienten el servicio de Transmilenio como algo propio, que los beneficia. Esto se evidencia cada vez que durante protestas destruyen las estaciones, cuando tiran basuras o dañan los buses para divertirse, como se ha visto en muchos videos.
Factores económicos
Indudablemente, la situación económica de muchos de los usuarios de Transmilenio hace que algunos decidan lanzarse a la kamikaze acción de colarse al sistema.
Humberto Gómez, gerente de comunicaciones de Transmilenio, explica que la empresa tiene un sistema de subsidios que beneficia a personas con discapacidad, afiliados al Sisbén (de 0 a 40 puntos) y personas mayores de 62.
Para acceder a estos beneficios los usuarios se deben acercar a los puntos establecidos y adquirir las tarjetas especiales que harán válidos los descuentos. Sin embargo, esta información no es manejada por toda la población.
Subvaloración de la vida
Analistas coinciden en que las personas no son conscientes de los riesgos en que ponen la vida, propia y ajena, como resultado de los procesos de violencia generalizada que ha vivido el país.
"El reto que tienen el Estado y la sociedad es reconstruir el tejido social y darle valor a la vida, y en ese sentido el valor que tiene el respeto por la norma, que es la que garantiza la convivencia", asegura el sociólogo Fernelly Domínguez, haciendo un claro llamado al autocuidado.
Esto puede hacerse por medio de la movilización ciudadana y debe contener un acompañamiento del Estado con campañas permanentes y masivas encaminadas al cuidado de la vida propia y ajena, y al respeto de las normas.
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