Los cuatro grandes juglares que el vallenato perdió
Enrique, Leandro, Escalona y Diomedes, cuatro juglares que dijeron adiós en los últimos cinco años.
Noticias RCN
03:51 p. m.
El vallenato, aquella expresión musical que hace más de dos milenios encanta con sus aires, se encuentra sumida en el dolor profundo de la muerte. En esa dejación de liras que se fueron en el alma de quienes ya no están. Quienes nunca más nos cantarán.
"El hombre que trabaja y bebe, déjenlo gozar la vida"
Enrique Díaz fue el último de una extensa lista de juglares vallenatos que en los últimos años han dicho adiós. No sin antes haber dejado un legado inquebrantable en la historia con los sucesos de sus cantos.
Díaz, quien murió a sus 69 años en la madrugada del 18 de septiembre de 2014 en Montería, se fue para alertar a todos los 'vallenateros' que sus ídolos se están marchando. Recordado por todos como un autodidacta del acordeón, compositor de trova alegre y jocosa, un "poco ordinario pa' componé" como diría su colega Iván Zuleta, dejó temas que las nuevas generaciones conocen en la voz de otros, pero que siempre pertenecieron a su particular estilo.
Fragmento de 'El rico cují', Enrique Díaz
Conozco un ganadero que tiene mucho ganado
vende novillos gordos y la plata va es para el banco
lo mira usted en la casa flaquito como un garrado
se come una comida y de eso vive apurao’
cuando no encuentra bollo se come fideo vacío
ese rico hacendado cada día vive aburrido
"Y canta el pobre Leandro Díaz, triste por la serranía"
La invidencia nunca fue un impedimento para que Leandro Díaz se convirtiera en juglar. Nació ciego y nunca necesitó ver los colores de la serranía de su amada Guajira para imaginárselos. Mucho menos necesitó ver a una mujer para cantarle al amor. Conocido como 'el de los ojos del alma', Leandro Díaz, dueño de tantos reconocimientos en la música, falleció el 22 de junio de 2013, víctima de una infección renal a sus 85 años a la 1:30 a.m (casi la misma hora en la que murió Enrique Díaz) en la Clínica del Cesar. Leandro se inició tarde en la música, pues a sus 20 años nunca había tenido la oportunidad de escuchar otro canto que no fuese el de los pájaros en su tierra natal, Lagunitas de la Sierra, un corregimiento de La Guajira. Una vez conoció al vallenato se enamoró para siempre, escribió más de 200 canciones entre las que se destaca 'Matilde Lina', su más infinito amor.
Fragmento de 'Matilde Lina', Leandro Díaz
Este paseo es de Leandro Díaz
pero parece de Emilianito
tiene los versos bien chiquiticos
y muy bajitos de melodía.
Tiene una nota bien recogida
que no parece hecho mío.
Era que estaba en el río
pensando en Matilde Lina.
"Te voy a hacer una casa en el aire solamente pa’ que vivas tú"
El 13 de mayo del 2009, Rafael Calixto Escalona, terminó de mudarse para siempre a su casa en el aire. 'El maestro', como era conocido uno de los mejores compositores y cantantes de la historia del vallenato, dejó el mundo al que le compuso cientos de canciones. Él supo conservar en sus cantos los orígenes del vallenato, el cual siempre estuvo ligado a contar anécdotas, muchas de ellas, realidades que superan a la ficción. Tal como lo expresó el periodista Juan Gossaín: "Para mí el mejor narrador de Colombia es Rafael Escalona, por encima de García Márquez. Porque lo que 'Gabo' escribía en 300 páginas, Escalona lo decía en tres minutos de una canción".
Escalona le cantó a la vida, al amor, a la naturaleza, e incluso, a la muerte.
Fragmento de 'Jaime Molina', Rafael Escalona
Recuerdo que Jaime Molina
cuando estaba borracho ponía esta condición
que si yo moría primero él me hacía un retrato
o si él se moría primero le sacaba un son
Ahora prefiero esta condición
que él me hiciera el retrato y no sacarlo el son
"Ay, Virgen del Carmen, dame vida, dame salud, que lo demás lo resuelvo yo".
A nada le tenía más miedo Diomedes Díaz que a la muerte. Ni siquiera a los innumerables problemas que lo llevaron a circunstancias impensadas: a la cárcel por homicidio preterintencional, a vivir un año como reo ausente escondiéndose con los indios wayúu en la Sierra Nevada por el mismo homicidio, a su adicción por las drogas y el alcohol, a su vida desordenada y amorosa, a nada. Sólo a la muerte.
Curiosamente, 'El cacique' sobreviviente de mil batallas, murió de manera impensada y ante la incredulidad de sus seguidores: ¿Quién iba a pensar que la figura vallenata más aclamada y a la vez escandalosa de la historia iba a morir tranquilamente a causa de un paro respiratorio cuando se encontraba descansando en su cama? Y así se despidió el Diomedes del realismo mágico, el que descubrió su canto espantando pájaros en grandes maizales para ganarse la vida. Murió un 22 de diciembre cuando la noche caía en su adoptiva Valledupar, ¡cuánto dolor para el pueblo!
Diomedes Díaz fue enterrado el 25 de diciembre, como si la misma Virgen del Carmen a la que tanto le pedía se hubiese querido llevar a su hijo para siempre.
Fragmento de ‘El cóndor herido’, Diomedes Diaz
Si yo pudiera alzar el vuelo
alzar el vuelo como hace el cóndor que vuela alto muy alto
me fuera lejos, pero bien lejos
a donde nadie nunca supiera del papá de Rafael Santos
Porque una pena tras otra pena están acabando conmigo
y yo por ser un hombre tan fuerte he podido resistir
Ay y no me quiero morir
porque me duelen mis hijos.
Andrés Felipe Reza / NoticiasRCN.com