Nacionalnoviembre 26, 2014hace 9 años

Colombia y el reto que tiene pendiente con los sordos del país

Las personas con limitación auditiva aún no tienen espacios apropiados en el sistema educativo y laboral. Historia de la pelea por la igualdad.

Henry Mejía, director de Fenascol durante conferencia sobre retos para sordos en Colombia. Foto: Oficial

Que no existan cátedras universitarias disponibles para la comunidad sorda, que no dispongan de herramientas tecnológicas para comunicarse efectivamente en todo  el país, que se niegue la posibilidad de acceder a un trabajo por ser discapacitado auditivo o simplemente que no puedan comunicarse bien con sus familiares por no saber la lengua de señas, son sólo algunos de esos retos que enfrentan los sordos colombianos a diario.

Pero de esta realidad puede hablar mejor que nadie un hombre quien habiendo nacido oyente, perdió el oído cuando era sólo un niño.

Su nombre es Henry Mejía y sufrió una meningitis  a los ocho años, lo que eventualmente le hizo perder la audición. Haber sido oyente le permitió desarrollar el habla y por eso no ha perdido su natal acento costeño cuando se expresa. Y lo hace con toda claridad. 

Mejía es un hombre jovial y reconoce que cuando era niño llegó reírse de los sordos que hacían señas con sus manos en la parada del bus que lo llevaba a su escuela todos los días. 

Qué ironía que tiempo después esos sordos fueron sus aliados en la escuela para sordos a la que tuvo que asistir, justo frente a ese paradero. 

Si asistir a una clase regular de matemáticas o biología puede ser un reto para un estudiante que disfruta de todos sus sentidos, imagine lo que puede ser para un niño sordo pasar horas sin escuchar lo que el profesor explicaba en el tablero. Así fueron los primeros años de escuela para el pequeño Henry Mejía.

Pese a todo, Mejía era demasiado inquieto y junto a varios compañeros de clase descubrió en el lenguaje de señas (entonces prohibido en las escuelas) una forma de compensar las dudas que surgían de clase.

Así fue como hace más de 30 años, en los patios de los colegios niños y niñas sordas de nuestro país hallaron la forma de burlar el sistema establecido que seguía un modelo internacional y que entonces consideraba que el avance académico podía medirse sólo en el desarrollo del habla. Uno de esos niños fue Mejía, pioneros en la difusión de la Lengua de Señas Colombiana.

¿Para qué usar las manos, cuando podía “rehabilitarse” a un sordo?, era el planteamiento educativo de la época. En Colombia, el enfoque educativo fue ‘oralista’ y el propósito era que los sordos aprendieran a hablar para comunicarse con sus familias. 

Pero el lenguaje de señas se abrió paso a través de los años y las familias se enfrentaron al reto de aprender a señalar con sus manos para comunicarse efectivamente con sus parientes sordos.

La lucha de Henry Mejía tardó varios años en dar frutos y hoy se refleja en el liderazgo que ejerce como director de Fenascol (Federación Nacional de Sordos de Colombia). Su inquietud sigue siendo la misma de cuando era niño: difundir en todo el territorio nacional la lengua de señas entre oyentes y sordos para cerrar la brecha educativa y laboral.    

 “El principal logro de Fenascol  fue que en 1996, 12 años después de su fundación, logramos que se reconociera el lenguaje de señas como una lengua oficial por medio de la ley 324, hecho histórico para Colombia. En ese momento fue cuando empezamos a exigir una educación inclusiva para sordos, educación regular, que se impartiera en condiciones equitativas”, cuenta Mejía.

La ley 324 no sólo reconoció la “Lengua Manual Colombiana”, sino que además decretó que el Estado auspiciara la investigación, la enseñanza y la difusión de la misma, siendo así reconocida como un sistema de comunicación minoritario, como ocurre con lenguas indígenas en el país. 

Reconocer la lengua de señas fue el primer paso en nuestro país para abrir una puerta a los sordos.

“Durante esos años hemos formado profesionales, padres de familia, docentes y esos frutos los vemos ahora. Podemos decir que en Colombia hay más de mil personas sordas  con grado universitario, mientras que en 1984 eran apenas dos o tres. Hay personas sordas con grado de maestría y aspiramos a llegar a doctorado en Colombia”, agrega.

De las tiendas, supermercados, almacenes, fábricas y talleres del país, los sordos han dado un paso significativo a un mundo laboral más complejo. Prueba de ello es la misma sede de Fenascol en donde varios de sus trabajadores de oficina son sordos y ejercen un rol importante para la entidad como la difusión de labor de la organización y la atención a las dudas de sordos de todo el país.

La deficiencia auditiva no tiene relación con otro tipo de deficiencias y esto es importante aclararlo porque tradicionalmente se ha considerado que las personas con deficiencia auditiva tienen también deficiencia cognitiva o problemas de aprendizaje. En otras palabras, los sordos, pese a lo que muchos desconocen en Colombia, son tan talentosos y capaces como quienes no lo son.

El director de Fenascol reconoce que aún hay mucho trabajo por hacer, sobre todo en entornos educativos y laborales. 

“La Federación Mundial de Sordos decía que en 1984 había 1260 empleos para los que no se necesitaba la audición, pero aquí en Colombia las profesiones se enfocaban sólo en labores de tipo artesanal”, explica el dirigente de Fenascol.

Sin embargo, con el apoyo del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, se creó el centro de relevo que permite a los sordos comunicarse a cualquier número de forma gratuita, esto representa, según explica Mejía, un “gran avance” que sólo existe en Suramérica en países como Colombia Brasil y Paraguay.

“Cambiemos el estereotipo”

Definir a los sordos como discapacitados es un término errado, según reflexiona Mejía. Una persona sorda puede, como cualquier otra, desarrollar sus habilidades cognitivas plenamente si el entorno se lo permite, asegura.

“No somos discapacitados. Tenemos una deficiencia en el oído, pero nuestro desarrollo cognitivo es posible si la misma sociedad nos quita la barrera. La discapacidad no la tiene el sordo, la impone el entorno cuando dice que uno no puede hacer algo”, afirma.

Cambiar el estereotipo significa para Mejía “reconocer a los sordos como “sujetos de derecho y no como objetos” y que los sordos asuman un proceso de autodeterminación para “exigir sus derechos”. 

“Somos personas que vivimos la discapacidad todos los días y a la vez somos una minoría lingüística. Trabajamos en este momento con el Ministerio de Cultura para que en la ley de lenguas en Colombia, que reconoce todas las lenguas, sea incluida la lengua de señas”, destaca.

Fenascol pide ajustes racionales para toda la población con discapacidad para que se atiendan las necesidades de comunicación de la comunidad sorda.

 “Si no se solucionan los problemas de accesibilidad de nosotros los sordos, como los servicios de interpretación, no podemos participar efectivamente en todos los espacios de la vida”, afirma el dirigente de Fenascol.

Un futuro para los sordos del país

En Colombia, los sordos se desempeñan en labores como la ingeniería, las artes, la educación y campos relacionados, según explica Mejía y el avance para los sordomudos en los últimos años ha sido “vertiginoso”. Sin embargo, “el proceso de identidad y autodeterminación es fundamental para que las personas sordas usen su incidencia política para exigir sus derechos”, dice Mejía.

Los sordos deben estar integrados a los programas de Gobierno, puntualiza el dirigente quien además pide que no se vea a los sordos como discapacitados sino “como personas con todas sus capacidades para no se pongan más barreras” en un país ya dividido.

NoticiasRCN.com/Johanna Melo Leon 

por:Autor Noticias RCN

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