El color Wayúu que adorna a una comunidad olvidada

Hace apenas meses, mi esposa y yo viajamos a conocer las ruinas de Chichen Itzá en el bello México.

Ella, que es argentina, llevaba una mochila wayúu que le había regalado.

Cuando entramos a las ruinas y sin que ella dijera alguna palabra que revelara su inconfundible acento de la tierra del tango, los vendedores de cerámica la llamaban diciéndole: "colombiana, colombiana, cómpreme las figuras".

La mochila wayúu fue el único elemento que les hizo creer a los mexicanos que mi esposa venía de Colombia.

En el exterior, los tejidos wayúu son tan inconfundibles como lo son el café, las esmeraldas o las celebraciones de la Selección Colombia.

Hoy, a pesar del olvido y la desolación, la comunidad Wayúu sigue tejiendo con coloridas lanas todas sus desesperanzas.

Habitan una tierra árida, casi desértica, rodeada por un mar que sorprende por su claridad y adornada por hamacas que son las encargadas de darle color y vida al desolado paisaje.

Durante mucho tiempo, esta comunidad estuvo olvidada por la sociedad, pero siempre conservó sus costumbres ancestrales, haciendo de ellas una vitrina del trabajo que realizan las mujeres de esta cultura y que sostienen su economía.

Rafael Socarrás decidió mostrarle al mundo sus bellas raíces y crear Estilo Wayúu, una oportunidad que busca abrirle las puertas a esta comunidad, llena de tradiciones únicas y millones de anhelos por mejorar su calidad de vida.

"Las mochilas que tejen las mujeres y niñas wayúu dejan de ser un accesorio y se convierten en la agrupación de un millón de sentimientos e historia que todos los colombianos llevamos, pero que poco a poco hemos ido olvidando, pero la alegría y las sonrisas en los rostros de los niños de la Guajira, son nuestro motor de vida"

Estilo Wayúu es un puente humano que se dedica a rescatar la cultura de esta comunidad y llevarla a todos los rincones del mundo por medio de las mochilas que cuentan historia.

El proceso de tejido de este producto sale de las pequeñas manos de niñas que sueñan con un futuro lleno de felicidad, y de la dedicación y enseñanza de las madres de esta cultura, quienes viven todos los días con la esperanza de tener mejores condiciones de vida, pero quienes nunca dejan su sonrisa a un lado.

Cada color de este tejido expresa una emoción y un pedazo de sentimiento de estas mujeres emprendedoras de la región y se convierte en una señal inconfundible del colombiano.

Basta terciarse una colorida mochila para que cualquiera te diga colombiano así no lo seas. Es uno de los sellos inconfundibles de nuestra cultura.

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