Empleadas de servicio amantes de sus patronos por largo tiempo podrán heredar: Corte Suprema de Justicia
En un caso particular, la familia de un difunto inició una batalla legal cuando se dieron cuenta de que la empleada de su papá los iba a dejar sin dinero.
Noticias RCN
junio 27 de 2016
07:14 a. m.
07:14 a. m.
Adriana Díaz no solo lavó, planchó y recogió el café de la finca de su patrono en Socorro, Santander, sino que también se enamoró de él. Durante siete años fue su trabajadora y su amante. Después de entrar a la finca en el año 2000 como empleada doméstica, con overol y un horario de labores, se convertiría en los próximos días en la dueña del predio "Los Arrayanes", gracias al histórico fallo de la Corte Suprema.
El alto tribunal se tardó más de un año estudiando este caso. Revisó 22 testimonios de vecinos y comerciantes de Socorro, Santander. Y pudo determinar sin duda alguna que Adriana ya no solo era la empleada de Julián Mantilla Mantilla, sino que habían emprendido un negocio productivo, que en poco tiempo se convirtió en una unión de hecho. Según el fallo, la humilde mujer campesina ahora pude heredar los bienes que consiguió su patrono durante la relación sentimental con ella.
Los hijos del difunto pusieron el grito en el cielo cuando se dieron cuenta de que la empleada de su papá los iba a dejar sin dinero, emprendieron una batalla jurídica durante 8 años y la acaban de perder. Su herencia está en riesgo. Ahora será reclamada por Adriana Díaz Benavides, la empleada de la hacienda.
En el fallo, el magistrado Luis Armando Tolosa plantea algo más: el trabajo doméstico de "lavar y planchar" que realizan las empleadas domésticas que entran a un concubinato o amorío estable y duradero con su jefe, debe ser tenido en cuenta como prueba para demostrar su relación de familia. Es decir, es el aporte de la mujer al hogar. "El trabajo doméstico y las actividades del hogar de uno o de ambos concubinos o socios, la cooperación y ayuda recíproca dirigida a facilitar la protección que conlleva una relación de esa naturaleza en los demás ámbitos (personal, familiar y social) son demostración inequívoca de un régimen singular de bienes".
La esposa legal del difunto Julián, Eddy Durán de Mantilla, dio una larga batalla legal al igual que sus hijos. En un testimonio entregado al tribunal, dijo que la empleada Adriana Díaz no debía heredar los bienes porque nunca manifestó que tenía una sociedad con su esposo, e incluso, aseguró que cuando murió Julián Mantilla en 2007, la empleada vendió los animales de la finca y no les entregó dinero a los herederos de su marido, algo que la disgustó.
El magistrado entró a estudiar el papel que tenía Adriana y lo que significaba para su jefe. Si era una simple trabajadora de servicios domésticos seducida por las bondades de "Los Arrayanes", o si ella tenía derecho a no salir de la casa en la que había vivido, amado y trabajado en los últimos 7 años.
Tolosa, un jurista delgado y sencillo, también oriundo del campo Santandereano, decidió proteger a la empleada. No solo revisó el caso particular, sino que analizó el papel histórico de las mujeres en su rol del hogar. No era en vano lo que hacía Adriana. Para el magistrado, ella cocinando y criando pollos, estaba ayudando a su pareja a levantar la hacienda "Los Arrayanes".
"Para la inmensa mayoría de las mujeres que no han tenido acceso a altos niveles educativos y enganche al trabajo remunerado, la única forma como pueden contribuir a la familia y a la colectividad, es aportando su trabajo en labores domésticas entregando su sincero afecto y su gran solidaridad".
En el fallo de la Corte Suprema, queda claro que Adriana participó en el crecimiento económico de su jefe y pareja. "Como la compra de un desmuilador, de una báscula, de un motor eléctrico para el trapiche, de vehículos y de herramienta, y la instalación de un silo (almacén)".
Julián Mantilla murió el 25 de agosto de 2007. Nueve años después, la Sala Civil de la Corte Suprema sentenció que Adriana, su empleada doméstica, puede heredar sus bienes.
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