La sequía afecta la navegación fluvial entre Atlántico y Magdalena

Los caños que son bañados por el río Magdalena en el Atlántico están secos. Estos canales son la única vía de acceso a poblaciones que bordean el afluente. Las lanchas de pasajeros y carga quedan atrapadas en medio de bancos de lodo. 

En el puerto de Sabanagrande, Atlántico, los tripulantes veteranos aseguran que no habían visto una sequía como esta. Cuentan de manera exagerada que si las cosas siguen así, en un par de meses podrán atravesar este caño, e incluso el río Magdalena, caminando. 

"Los motores se apagan, las hélices se pegan en el barro y tienen uno que ver cómo hace para poder seguir navegando", dice con mucha preocupación Ronald Vargas, uno lanchero afectados por la sequía en la región.

Y es que los potentes motores fuera de borda de las lanchas sucumben ante el barro que deja el agua al secarse, por lo que los lancheros deben acudir a una palanca de madera y a la fuerza humana para desencallar la embarcación abarrotada de pasajeros. 

El nivel del agua ha bajado en las últimas semanas por lo menos unos cuatro metros y a diario se presentan accidentes en las playas que se forman en medio del río por el bajo nivel. 

Aunque lancheros y pescadores piden que este caño -que es la antesala del río Magdalena- sea dragado, muchos aseguran que sólo la mano de Dios puede devolverle su nivel y reactivar así la navegación fluvial.