Mujeres víctimas de la violencia alejan el pasado con trabajo cooperativo

Las mujeres del sur del departamento de Bolívar están cansadas de la violencia guerrillera y paramilitar y por eso unen sus manos y su trabajo para salir de la espiral que las ha rodeado desde hace más de medio siglo.

Ahora, 44 de ellas, víctimas de los desmanes de las guerrillas de las Farc y el ELN, así como de los paramilitares que operaron en el sur de ese departamento, se están organizando en una cooperativa que les permita manejar un hato de búfalos.

El ganado permanece en la hacienda Vistahermosa, entregada al Gobierno por el paramilitar desmovilizado "Julián Bolívar" para la reparación de las víctimas del conflicto armado.

En la finca de 1.200 hectáreas ubicada en la aldea de Monterrey, municipio de Simití, también hay 877 hectáreas cultivadas de palma de aceite que son administrados por la estatal Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas y en donde trabajan conjuntamente desmovilizados y víctimas de la violencia.

"Yo espero que el proyecto salga adelante", dijo a Efe Kelly Obregón, una de las mujeres que busca nuevos horizontes en el cooperativismo.

Kelly ve en el negocio de los búfalos una oportunidad de dejar atrás la violencia que ella ha sufrido en carne propia y que en Colombia ha causado 7,8 millones de afectados, según el registro único de víctimas.

De solo recordar lo que se vivió en 2003 en el caserío San José de Rivera, que pertenece al municipio de Galeras, en el vecino departamento de Sucre, sus manos tiemblan, sus ojos se llenan de lágrimas y su voz se entrecorta.

"Eso no se me olvida", confiesa Kelly. Relató que esa noche ella, al igual que su familia y otras personas del pueblo departían en un establecimiento público.

De pronto varios hombres entraron y comenzaron a disparar indiscriminadamente, dejando numerosas personas muertas o heridas, entre ellas una de sus primas.

"Ahí nadie fue a levantar cadáveres sino que todo el mundo cogió a sus familiares y se los llevó, unos para sus casas y otros para el hospital. Mi prima llegó muerta al hospital", lamentó.

Kelly, quien asegura que se salvó de morir por el providencial empujón de una de sus tías que la mandó al suelo y evitó que la alcanzaran las balas que atravesaron la silla en donde estaba sentada, llegó al sur de Bolívar huyendo de la violencia y hoy se capacita en el manejo del hato de búfalos.

De momento en Vistahermosa hay 55 búfalos con los que se espera desarrollar una cadena productiva de lácteos y carne a la que se agregarán otros 100 animales que quedaron dispersos por el área después de que los paramilitares entregaron el predio al Gobierno.

Otra de las 44 participantes en el proyecto es Rosalía Piñeros, quien además del manejo de los búfalos se capacita en cultivos libres de agentes químicos.

Reconoce que por el momento el proyecto agroecológico demorará algunos meses, no por falta de voluntad de las asociadas, sino por la sequía ocasionada por el fenómeno climático de El Niño y que ha golpeado fuertemente pequeños campos sembrados o los semilleros.

Espera que cuando el tiempo mejore puedan sembrar maíz, sorgo, plátano, yuca, hortalizas y maní, que prevén comercializar y llevar a sus hogares para consumirlos.

También tienen puestas sus esperanzas en la moringa, un árbol originario de la India, porque, según dijo, "tiene comercio" y de ella se aprovechan la semilla, el tallo y las hojas.

Rosalía y sus demás compañeras forman parte de las 3,9 millones de mujeres víctimas del conflicto armado que ha padecido Colombia en los últimos 50 años y que además ha causado desplazamientos, asesinatos y persecución. 

EFE