La fórmula efectiva para estabilizar la economía de la copropiedad y terminar con la morosidad.
Cada año se vuelven más complejos, pero su operación sigue anclada a hojas de cálculo, cadenas de correos y procesos manuales.
Noticias RCN
08:00 p. m.
En Colombia y, en general, en América Latina, la vida en edificios y conjuntos residenciales carga con una paradoja: En ese hueco (donde la digitalización llegó tarde o nunca) Properix encontró un punto de inflexión.
La compañía, fundada por Albano Laiuppa, se propuso ordenar la operación de la propiedad horizontal con una tesis sencilla pero incómoda: antes que sumar “features”, había que profesionalizar el sistema, alinear incentivos y poner la caja —el flujo de fondos— en el centro.
La pandemia aceleró un cambio que ya venía en curso. De golpe, la comunicación entre administradores y residentes dejó de ser un asunto de carteleras y reuniones presenciales; la trazabilidad de gastos dejó de tolerar ambigüedades; la morosidad dejó de ser un número de cierre para convertirse en una urgencia diaria. Properix capitalizó ese momento con una plataforma que integra recaudación, comunicación, mantenimiento, compras y seguridad bajo un mismo estándar operativo.
No pretende “reemplazar” al administrador: busca darle herramientas para decidir con datos, reducir tiempos muertos y transparentar decisiones ante el consejo.
“Estamos provocando una disrupción en un sector que parecía imposible de transformar”, afirma Laiuppa.
“Durante años, la gestión de la propiedad horizontal quedó fuera del radar de la innovación. Todo lo que en otros rubros ya estaba resuelto, aquí seguía pendiente. Entramos con una propuesta ambiciosa y tecnológica para profesionalizar la administración y elevar la experiencia de quienes viven en copropiedades”.
El enfoque de producto parte de una premisa financiera: si el flujo de caja se estabiliza, el resto de la operación se ordena. Con recordatorios inteligentes y una administración sincronizada con la contabilidad, la deuda deja de atenderse por reflejo y empieza a gestionarse por prioridades.
Sobre esa base, Properix documenta cada intervención y construye historiales verificables. Esa trazabilidad, traducida en tableros claros, brinda confianza entre administración y residentes.
En Properix, la automatización no es una promesa, sino una práctica diaria. La plataforma ejecuta más de una decena de procesos automáticos que simplifican la operación de las copropiedades: desde el envío de comprobantes y cuentas de cobro hasta el cálculo de IVA, la liquidación de intereses y la generación de reportes contables y de información exógena.
También automatiza tareas críticas como el cruce de anticipos, la gestión del presupuesto y el cierre contable anual, reduciendo errores humanos y acelerando la conciliación entre administración y contador. En comunicación, las asambleas se registran con control de quórum y votaciones en tiempo real, mientras que la citofonía virtual centraliza el ingreso de visitantes y la atención al residente. Cada mejora responde a un propósito claro: ahorrar tiempo, aumentar la transparencia y profesionalizar la gestión de la propiedad horizontal.
El crecimiento fue acompañado por una apuesta consciente por talento. Tras el quiebre de inercias que dejó la pandemia, Properix escaló su equipo con perfiles provenientes de compañías de tecnología y marketplaces, elevando la vara en producto y servicio.
Ese salto humano definió la cultura interna: obsesión por la evidencia, aversión a la improvisación y métricas compartidas con clientes. En un sector tradicionalmente atomizado, con herramientas dispares y poco diálogo entre procesos, esa cultura es, en sí misma, una ventaja competitiva.
“El liderazgo no se gana, se ejerce”, sostiene Laiuppa. “Nos gusta dónde estamos, pero más nos importa adónde podemos llegar. Nuestra vocación es mejorar la experiencia de vida en edificios y barrios. Lo hacemos con un producto potente y un equipo comprometido en construir, todos los días, una plataforma completa con vocación regional”.
Los números en la región ayudan a dimensionar la escala: más de 1,500 administraciones activas gestionando arriba de 12,000 edificios —equivalentes a más de 500,000 hogares— y un crecimiento anual sostenido cercano al 50 %, con tasas de retención en niveles de excelencia. La compañía proyecta superar la barrera de los 100 colaboradores y profundizar la interoperabilidad con ecosistemas contables, de acceso y de seguridad, un paso natural para convertirse en la capa operativa que conecte a administradores, proveedores y residentes.
La ambición es ser el sistema operativo de la copropiedad latinoamericana. Si la primera ola fue digitalizar procesos dispersos, la siguiente será automatizarlos de punta a punta y gobernarlos con datos. El resultado esperado no es un “antes y después” vistoso, sino algo más valioso: que la vida en comunidad deje de depender de la memoria y del favor, y empiece a sostenerse en un estándar compartido.

