Jardines infantiles en Colombia están entre el cierre y la esperanza por la crisis

Noticias RCN encontró dos historias, una en Medellín y otra en Bogotá, que muestran cómo la deserción los puso en un limbo del que algunos intentan salir con recursos inesperados, como la venta de un disco.

En los últimos siete años, Carlos Mauricio Londoño y su esposa lograron realizar un proyecto educativo de larga maduración. Su nombre era Mamelucos, prestaba servicio en el barrio Laureles de Medellín, y atendía a bebés y niños menores de cuatro años.

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“Ahí habíamos invertido los ahorros que habíamos cosechado en nuestras diferentes profesiones, pero realmente nos quedamos a lo último solo con el nombre”, manifiesta Carlos Mauricio.

El cierre de la salacuna Mamelucos refleja cómo los jardines infantiles son los planteles más golpeados por la emergencia derivada de la pandemia. En el primer mes desertó el 60% de los niños y en el segundo el 90 por ciento.

“Los padres argumentaron en un principio que también a ellos se les había disminuido el ingreso, las empresas para las cuales trabajaban les habían hecho un recorte en el salario por estar trabajando desde casa”, señala Londoño. 

Las causas de la crisis son calcadas en el caso del preescolar Semillas, que funciona en Bogotá, y ha logrado sobrevivir con algunas clases virtuales.

“La deserción ha sido bastante alta, y por supuesto el desempleo de los padres nos afecta directamente”, indica Leonor Aljure, directora del preescolar Semillas.

Como recibir clases antes de la primaria no es obligatorio en el sistema educativo, muchos padres cortan la relación con el jardín y resuelven el cuidado de los niños de otras formas.

Según Leonor Aljure, “ha habido familias que retiran a sus niños y prefieren ese dinero invertirlo con una persona con la que estén todo el día”, situación similar a la expuesta por Carlos Londoño pues en su caso “si no prestábamos el servicio a ellos les tocaba conseguir a alguien que lo hiciera en la casa”.

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Mientras el fundador de esta salacuna espera reabrir quizá el otro año, en el jardín Semillas hacen malabares para evitar el cierre, con la venta de un disco con aires folclóricos y ambientales que grabaron maestras y estudiantes.

“También es documento que sacamos como institución para que se propague el contenido y otros colegios lo tengan, es un documento educativo”, señala Víctor Hugo Peña, del jardín Semillas.

Un disco y un libro que resumen 20 años de trabajo pedagógico, y son ahora una esperanza para ganarle el pulso a la pandemia.