El efecto Zapateiro

Hace dos semanas se anunció la salida de por lo menos cuarenta generales, y durante el transcurso de los últimos días, se sumaron otros diez.


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Jairo Libreros

agosto 31 de 2022
05:50 p. m.
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El remezón en la cúpula de la fuerza pública es alucinante ¡Y los que faltan!, porque en Casa de Nariño mantienen la espada desenvainada. A cuenta gotas, en lo que resta del año, se conocerían los nombres de algunas y algunos oficiales llamados a calificar servicios.

En diferentes mentideros corren quejas que señalan al presidente Gustavo Petro de irrespetar la antigüedad en la fuerza pública, de vulnerar la presunción de inocencia y que la espada de Palacio dejó una masacre laboral.

Mmm…, no.

Esos reclamos son entendibles más no veraces: cada cuatrienio el nuevo inquilino de Casa de Nariño escoge su propia cúpula, este cambio siempre trae consigo un llamado a la reserva por antigüedad, la calificación de los servicios no es una sentencia condenatoria dictada en un proceso penal o disciplinario y el retiro de medio centenar de generales es sonoro pero no inédito ni apocalíptico.

La descabezada de los generales se enmarca en un principio liberal propio de todas las democracias constitucionales: garantizar la subordinación de la fuerza pública a las instituciones políticas.

La decisión del presidente Petro se puede explicar de diferentes maneras. De un lado, necesitaba sacar de las filas a quienes estaban alineados con la doctrina del enemigo interno y la seguridad democrática para impulsar su política de seguridad humana. Esta decisión es legítima, legal y oportuna.

Y por el otro lado, surge la tesis de la desconfianza que ronda al presidente Petro frente a un sector de la Policía y del Ejército, agravada por un detonante, el efecto Zapateiro, que se podría definir como un generador de inseguridades que buscaba minar la legitimidad de Petro como eventual mandatario de Colombia, y evitar así, a toda costa, que éste impulsara como presidente el Acuerdo de Paz con las Farc.

No podemos olvidar que hasta hace un par de meses se escucharon voces que especulaban sobre la inviabilidad de un gobierno de Gustavo Petro frente a la fuerza pública. Se decía que los uniformados no iban a cumplir las órdenes de Petro. Que ellos no le marcharía a este.

También que la desconfianza del hoy presidente Petro hacia el Ejército y la Policía emerge de su militancia en el M-19, en el procedimiento de allanamiento que terminó con su captura, en la detención carcelaria y en la tortura que padeció en prisión.

O en los incidentes de las agencias de inteligencia relacionados con perfilamientos ilegales, en actos de persecución política o en violaciones al derecho fundamental a la intimidad, traducidas en conversaciones que acabaron en manos de los medios de comunicación y a disposición de los colombianos.

Esa desconfianza es cierta. La distancia del presidente Petro con algunos oficiales de la Policía y del Ejército es real. Seguramente, él tenía claro que debía como presidente remover del generalato algunos oficiales. Pero el número bullicioso de descabezados obedece única y exclusivamente al efecto Zapateiro.

Hace cuatro meses, en plena campaña presidencial, el general Eduardo Zapateiro, por aquellos días comandante del Ejército, en un claro e inaceptable acto de deliberación política descalificó e intimidó a Gustavo Petro como senador de la República y candidato puntero y favorito a la Presidencia, según el registro de todas las encuestas electorales.

Y cómo si esto no fuera poco, en sus palabras de despedida como comandante y oficial del Ejército, Zapateiro sentenció que él se iba tranquilo, porque en la milicia quedaban muchos zapateiros.

A estas alturas del partido no sé cuántos zapateiros sobreviven. Pero aquella sentencia perdurará en la mente del presidente Petro, quien por desconfianza mantendrá la espada desenvainada y la usará para retirar de la fuerza pública a quienes saboteen la seguridad humana, la implementación del Acuerdo de Paz con las Farc, los diálogos de paz con el ELN, el sometimiento a la justicia de las bandas criminales, entre otras causales.

En conclusión, la decisión sobre el retiro de los oficiales se tomó en derecho, pero pagan justos por pecadores. La fuerza pública asimilará el golpe sin fracturas en su lealtad al Estado constitucional. Y la lección aprendida de este impasse la resumo en un solo concepto: el efecto Zapateiro.

Posdata: El remezón en la fuerza pública se sintió con menor intensidad en la Fuerza Aérea y en la Armada. De la primera salió un general y de la segunda un almirante.

Feliz día…

@JairoLibreros
Editor y analista político de Noticias RCN y NTN24

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