Gobierno Petro: "el que mucho abarca poco aprieta"

En campaña, el presidente Gustavo Petro supo llevar el liderazgo. Para cada una de las discusiones difíciles el entonces candidato convocó la conversación. Propuso trasladar alrededor del 90 % de las pensiones de los fondos privados a Colpensiones con el fin de entregarle un pago de 500.000 pesos a tres millones de adultos mayores que no lo tenían y una renta básica a las familias con madres cabeza de hogar. Dijo que debía haber una reforma a la salud cuestionando el modelo de aseguramiento y la intervención de las EPS privadas. Habló de reformar el modelo de la lucha contra las drogas y planteó una reforma rural y al modelo extractivo para no darle cabida al fracking y cesar la exploración de hidrocarburos. 

Para cada propuesta hubo un choque con contendores y gremios. Los debates estuvieron casi que hechos alrededor de las propuestas de Petro. Como presidente, la conversación ya no puede dar tumbos sin derrotero. Las propuestas que ganaron legítimamente y en democracia, ahora tienen el reto de convertirse en política pública y de mostrar resultados materializándose en un plan de desarrollo concreto que priorice lo más relevante de la agenda. Si el presidente insiste en hablar de todo al tiempo y generar debates paralelos en cada tema relevante, el desorden no le permitirá avanzar. 

En pocos días, el presidente ha decidido dar la discusión de la reforma tributaria; la reforma rural; la reforma política; la reforma pensional; más recientemente la reforma a la salud; la reforma a la Procuraduría; la reforma a la política de drogas; la reforma al sistema energético; pasando por un subsidio de 800.000 pesos para jóvenes vulnerables al crimen o en las filas de bandas criminales; y la reforma al mapa departamental del país. 

Y, entre tanto, la coyuntura. El jefe de Estado ha tenido que reaccionar a las protestas en El Guavio, la masacre a los policías en El Huila, un ataque a su avanzada en el Catatumbo, y la ineludible necesidad de subir el precio a los combustibles corrientes, con el riesgo de paros y protestas de los transportadores. 

El Gobierno Nacional debería organizarse entorno al debate esencial con el que inició su mandato y es el de la reforma tributaria, que es en sí mismo un enorme debate técnico y político y que la gente aún no reconoce. Hay pocos mensajes que han calado y la pedagogía sobre la reforma sigue siendo débil. 

Con las mayorías en el Congreso y una coalición de Gobierno fuerte, el presidente tiene que mostrarse ahora como un ejecutor y dar mensajes de mando. Los ministros no pueden ser ruedas sueltas que se convierten en voceros de un tema nuevo cada día. Los directores de entidades tienen que dedicarse a trabajar en resolver los problemas que venía enfrentando la administración anterior. En el Congreso ya hay una agenda lo suficientemente robusta para que la atención y el esfuerzo del ejecutivo se concentre allí. Y, finalmente, los parlamentarios tienen que abandonar la pelea retórica de las redes y priorizar la conquista de la ciudadanía que no entiende del todo de lo que le hablan o se muestra escéptica de las propuestas de solución.

Hasta ahora, el gobierno del presidente Petro parece un barco que navega como en una especie de estrella de David en un océano permanentemente agitado. Cambia de dirección conforme lo haga el viento, en vez de fijarse en orden un puerto para desembarcar y luego escoger el nuevo rumbo. 

Ya comienza a ser hora de que el Gobierno organice su equipo y el debate de las propuestas de campaña trascienda a política pública. Eso, además, el mandatario debe hacerlo cuidando la salud. Un presidente con quebrantos es susceptible a que otros liderazgos tomen el timón y el poder es una ambición peligrosa.

Santiago Ángel (@santiagoangelp)
Director de NoticiasRCN.com