Opinióndiciembre 07, 2021hace 2 años

¡No más filas por favor!

En medio de la ineficiencia de unos, miles de ciudadanos padecen lo indecible para obtener un documento al que en otros países se accede en cuestión de minutos.

¡No más filas por favor!Foto: NoticiasRCN.com

Por Gustavo Nieto*

Nicolás Vardy llegó a la esquina de la calle 53 con carrera 13 en Bogotá a las 11 de la mañana del martes 30 de noviembre. A pesar de estar en el corazón de la capital colombiana llevaba a cuestas lo que parecería más un equipo de camping que un morral de trabajo. Cobijas, termo de tinto, unos sanduches, almohada y por supuesto una buena dosis de paciencia.

Juan Andrés Castiblanco, profesor de inglés, viajó desde Facatativá hasta la misma esquina y curiosamente con un equipo de campaña muy similar, solo que él llegó un poco más "enchaquetado", tal vez por ser habitante de la sabana, sabe de sobra que las madrugadas bogotanas pueden alcanzar temperaturas cercanas a los cero grados centígrados.

Ni Nicolás ni Juan Andrés cumplían una cita para viajar a un nevado o ir de paseo por uno de los tantos páramos que rodean la ciudad, no, nada de eso, solo intentaban conseguir un cupo para sacar el pasaporte. Sí, así como lo lee, sacar el pasaporte, ni más ni menos. Nicolás llegó a las 11 de la mañana, no para conseguir el documento

esa tarde, no, su aspiración era pasar la tarde y la noche allí para el día siguiente ser el primero en acceder al trámite, es decir 19 horas a la intemperie, en un andén, expuesto a la lluvia y el frío para conseguir un documento que hasta hace unos meses demoraba unos minutos en ser adquirido.

Juan Andrés llegó mucho más tarde, casi a la media noche y seguramente no le alcanzó la mañana siguiente para cumplir su objetivo. Y así había miles de ciudadanos a lo largo de cuadras y cuadras enteras de Chapinero.

Basta hacer un recorrido por los alrededores de la sede de la Cancillería para conseguir un mosaico interminable de rostros desencajados, sorprendidos, indignados, incrédulos, que tratan de entender por qué para el colombiano todo cuesta tanto trabajo. Por qué el Estado es tan agresivo, por qué hay como una suerte de consigna, por allá en "altas instancias", que dicta que no hay que hacerle la vida fácil al de a pie, sino que hay que complicársela lo más posible, deben pensar que eso fortalece el carácter o enseña disciplina, no, tranquilos de eso ya hemos aprendido tratando de salir adelante a pesar de quienes toman las decisiones.

Es endémico o sino recuerden cuando a alguien se le ocurrió por allá en el 2014 cambiar la licencia de conducción o años antes implementar la revisión técnico-mecánica, me parece ver como si fuera hoy las filas eternas de vehículos en los centros de diagnóstico.

La historia es la misma imaginen, lo que serán este diciembre los trancones en las carreteras del país por culpa de los peajes que en cualquier lugar del mundo son electrónicos, no, aquí además de que hay que pagar un dineral se convierten en verdaderos obstáculos que impiden el tránsito y de nuevo la pesadilla de las filas.

Bueno y ni hablar de ir a unas urgencias, más allá de las dificultades de la pandemia, en nuestro inconsciente está presente lo que significa ir a urgencias. Significa horas y horas de desesperante espera, no sin antes discutir al menos tres veces con el vigilante que, sin quererlo, termina convirtiéndose en el jefe del lugar y decide quién está más o menos grave para ser atendido.

Es verdad que hay una ley antitrámites, es verdad que durante los meses de encierro por el Covid se acumularon más de 650 mil pasaportes y eso ha congestionado las oficinas, pero también es verdad que ese proceso funcionaba bien. Los estadounidenses dicen que lo que no está dañado, no se arregla, como nos cae de bien esta frase hoy.

El Departamento Nacional de Planeación hizo el ejercicio de preguntarle a la gente por los trámites más engorrosos e inútiles que nos exigen y que terminan amargándonos la vida.

La lista la conforman 180 y es posible que algunos ya no existan, pero ganaron de lejos las autorizaciones de las EPS, las autenticaciones en las notarías, seguidas

de cerca, por la denuncia por pérdida o robo de un documento, la solicitud de la pensión y como no, la renovación del pase y la revisión técnico mecánica.

Y claro la lista sigue, son 180, pero de mi cuenta agregaría, retirar un vehículo de los patios del tránsito o conseguir una cita con un especialista en una EPS.

Hacer fila es parte de la cotidianidad, incluso hay chistes sobre el tema, nos burlamos de nuestras dificultades, pero la pregunta vuelve a mi cabeza: ¿Por qué es tan difícil hacer una vuelta en nuestro país?

La ley antitrámites contempla la implementación de los Servicios Ciudadanos Digitales, precisamente se trata de aprovecharse de los avances en el tema digital para facilitarles a las personas el acceso a determinados servicios.

Es verdad que hay documentos que exigen la presencia física del interesado como el pasaporte, por ejemplo, pero también hay que decir que, para solicitar la cita, la página de la Cancillería presentó serias dificultades.

La esencia de la ley es ideal, pero está claro que, aunque se logran ahorros significativos en tiempo y costos, es común escuchar que las páginas colapsan o simplemente no permiten el acceso.

Y en otro tipo de actividades que sobrepasan los alcances de la ley, las demoras y contratiempos hacen que la más sencilla actividad se convierta en una tortura.

El reto de actuar como un país más desarrollado, eficiente y bondadoso con sus ciudadanos aún está por lograrse y que historias como las que describí al inicio de esta columna sean por fin anécdotas de épocas lejanas que ojalá nunca nadie tenga volver a padecer.

*Gustavo Nieto, subdirector de Noticias RCN.

por:Gustavo Nieto

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