Del discurso a la práctica: ¿cómo buscará Gustavo Petro “acabar la guerra contra las drogas”?

Gustavo Petro - Foto: AFP

Durante su discurso ante la ONU, el presidente Petro se refirió a la lucha contra las drogas y la calificó como un rotundo "fracaso".


Noticias RCN

sept 20 de 2022
12:53 p. m.

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Por primera vez, el presidente Gustavo Petro se dirigió ante las Naciones Unidas y pronunció un robusto discurso en el que le habló a toda la comunidad internacional. El mandatario se refirió principalmente a la paz total, el cambio climático, el consumo desaforado de recursos como el carbón y el gas y finalmente “el fracaso de la lucha contra las drogas”.

No es la primera vez que el mandatario afirma su visión sobre lo que se debe hacer para combatir el flagelo del narcotráfico y el consumo de estupefacientes. Ya en su plan de Gobierno están dispuestos algunos lineamientos que seguirá la administración para plantear una forma "más efectiva" de acabar con uno de los problemas más importantes del país y el mundo.

Con el objetivo de “no criminalizar a los cultivadores, proteger la naturaleza, lograr el sometimiento judicial de las organizaciones criminales y el abordaje del consumo como un tema de salud pública”, el presidente planteó impulsar “la regulación de las plantas y sus usos derivados”.

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El documento propuesto en el plan de los próximos cuatro años específica: “buscaremos reorientar los esfuerzos de la cooperación internacional para que pasen del financiamiento destinado a la guerra antidrogas, al apoyo a las políticas y programas de transformación económica en las regiones más afectadas y sus usos derivados”.

Al parecer esta idea se pondrá en práctica, pues el mandatario condenó tajantemente el aumento en los consumos de drogas suaves que han pasado a ser las más duras. “Se ha producido un genocidio en mi continente y en mi país, han condenado a las cárceles a millones de personas, para ocultar sus propias culpas sociales, le han echado la culpa a la selva y sus plantas. Han llenado sin razón los discursos y las políticas”, afirmó el mandatario y aseguró que la lucha contra las drogas, como se conoce, habría fracasado.

De acuerdo con Javier Garay, docente Investigador de finanzas, gobierno y relaciones internacionales, la lucha fracasó porque desde la primera vez que se declaró una guerra total absoluta contra las drogas, en 1972, hasta la fecha, el consumo de estupefacientes no ha caído y el número de cultivos y beneficios extraordinarios del negocio tampoco ha disminuido.

Para Cesar Páez, experto en narcotráfico y profesor de la Universidad Externado, lo que justifica las afirmaciones de Petro es que el país lleva “50 años tratando de eliminar las drogas y eso no ha pasado, sino que ahora hay más variedad y más cantidad”, además de que el país ha invertido recursos humanos y materiales en esa lucha, pero “el resultado sigue siendo el mismo, no hay disminución de la oferta ni la demanda”

Según Garay, la propuesta de Petro para combatir las drogas es una suerte de regularización que depende de un fuerte control por parte del Estado, con distintos mecanismos que pueden ir desde una vigilancia sobre la producción, hasta impuestos saludables para controlar el sector. “Pero eso no ha sido muy claro en la propuesta de Petro”, señaló.

Por su parte, Páez explica que la regulación significa tratar las drogas como el alcohol o el tabaco, productos que son legales, pero tienen unas condiciones específicas en las que se pueden vender y consumir: solo personas mayores de edad, en sitios específicos, evitando manejar, etc.

¿Cómo buscará Gustavo Petro “acabar la guerra contra las drogas”?

Cabe mencionar que la regulación e incluso legalización de ciertas drogas no es una idea nueva. Se ha aplicado en varias naciones alrededor del mundo y podría considerarse que “ha sido exitosa en ciertos países, como el caso uruguayo, que depende del Estado, pero hay países como Portugal que han ido mucho más allá de la legalización de toda la cadena, pero no del tráfico”, aseveró Garay.

En su opinión, dicha forma de combatir las drogas no es exitosa en temas de la reducción del consumo, pero tampoco lo aumenta. Adicionalmente, se ha demostrado que sí se reduce la violencia, pues estudios lo sustentan.

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Para Páez, el ejemplo más claro de regulación es la marihuana, alrededor del mundo hay una especie de bares en donde se puede comprar de manera legal. En EE. UU. desde los años noventa se permite con fines medicinales y ahora con fines recreativos en algunos estados. “El efecto no es muy negativo, la marihuana no se ha convertido en la droga de entrada para que la gente empiece con otras más fuertes, cómo se creía. Además, hay un balance positivo alrededor de la marihuana que genera ingresos para un sector”, indicó.

¿Qué modelo se debe seguir para regular las drogas?

El modelo lo tiene la legalización de la marihuana en Uruguay, Canadá, EE. UU. y otras naciones que han dado un paso hacia ese objetivo. Hay dos formas de hacerlo, una es convertirlo en un producto como el alcohol o el tabaco, con permisos y condiciones especiales para comprarlo, y los vendedores son particulares o negocios autorizados; la otra puede ser por medio del Estado, como ocurre en Uruguay, país en el que se controla la venta desde la administración. “Autorizan a los ciudadanos, pero deben registrarse para que una persona tenga derecho a comprar una X cantidad de marihuana, si van por más cantidad no se puede”.

Arrebatarles el negocio a los narcotraficantes es el ideal de la regulación; sin embargo, como también pasa en Uruguay, sigue habiendo un Mercado negro a pesar de que hay una regulación legal, por qué el hecho de que exista un límite permitido a la hora de comprar marihuana, sigue propiciando una economía ilícita alrededor de los estupefacientes, esto se explica además porque los precios se ponen más costosos, debido a los impuestos con los que se graba la droga, que buscan desincentivar el consumo.

Los retos que vienen para el país en este sentido son amplios y los expertos, aunque concuerdan en que es un camino necesario, también aseguran que depende de un control estricto por parte del Gobierno.

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