Nos van a dejar de manicomio

Con alocuciones de Petro, comisiones y el encargo de Ordóñez representándonos ante la CIDH, empezamos a competirle a Guaidó gobernando el reino de nunca jamás.


Andrés Hoyos
jun 15 de 2021 06:20 a. m.
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Por: Andrés Hoyos

@donandreshoyos en Twitter

Y es que en Colombia ya nada sorprende. Parecemos en una realidad paralela que cambia todos los días al son de la actuación de los loquitos a los que les paramos bolas. Un señor que tuvo quizá el peor gobierno en la historia de Bogotá y que ya se siente en segunda vuelta presidencial para el otro año; el mismo que le metió leña a la candela en el último mes y medio de vergonzosos excesos en el país, y que hace unos días “se mesuró” en una “alocución” echándole papita al sancocho que ayudó a cocinar y que terminó destapando los verdaderos fines y aspiraciones de 3 señores que quieren entrar al club de los políticos que tanto critican.

Los loquitos en la casa pensando que en Fecode, por mencionar un ejemplo, estaban preocupados por la integridad de los niños, mientras en plaza pública y bien pegaditos, casi que pedían tizas fluorescentes y un autógrafo de la Reina Isabel o la recién nacida Lady Lilibeth sin posibilidad de negociación por algo más criollo. Es el exceso máximo, la excitación por pedir, por aplazar el trabajo, por hacer parte de esa cadena demoledora del país para aprovechar el despelote. La miopía selectiva donde todo lo que huela a contrario es sujeto de joder por joder.

Es que de verdad, nadie está diciendo que el vacío enorme de tres años de nada, de omisiones, de desaciertos, de descaros, y de todo lo que quieran, sean pues el último descubrimiento en buenos gobiernos en el mundo. Pero ¿por qué en vez de apelar a la indignación cívica, argumentativa, pacífica y razonable, hay que convertir todo en un despelote mayor, con un panorama más jodido que el casting de mivacuna pa´ poder clasificar en las normas que ellos mismos van lanzando para apagar despelotes?

Es que ya no dan ni risa. No da risa ver un cuestionado alcalde criticando el fútbol en este momento de coyuntura social, haciendo fila con la plata de la ciudad para inventarse fotos sin siquiera una hoja o un esfero, y justificar el viaje para que cuando lo pillen salga a decir que devuelve la plata de su bolsillo. ¿Eso es lo que queremos? Que mientras no los agarren, ¿no pase nada?

No dan risa las alocuciones de personas que creen que tienen un gobierno paralelo. ¿Qué creen que es esto? A qué dimensión quieren llevar a la gente con estrategias infantiles que desconocen los límites democráticos, el bien colectivo, el derecho a que la gente intente trabajar y vivir; con problemas, claro, con semejante vacío de gobierno, pero un solo problema que la ciudadanía en paz puede intentar cambiar, como lo

hicieron miles de colombianos que sin politizar y sin ir como borregos, le perdieron el miedo al condenado virus y en paz, lograron bajar dos reformas, un ministro y un programa de televisión que no servía para nada.

*Comunicador social y periodista, Asesor de comunicaciones estratégicas, CEO MM&C y Columnista

Ahí, justamente en ese punto, se desvirtuó lo que los valientes consiguieron. Ahí en ese punto empezó otro problema peor. Muertes, gastos mayores que los que se habían aliviado con las reformas caídas, y el condenado virus en las narices de papás y abuelos que estaban en sus casas esperando que algún día la EPS los llamara a darles la buena noticia que nunca pudieron disfrutar.

Todo al revés amigos. Los niños no son tan importantes para los que dicen educarlos, la tierra no es coyuntural para el que dice defenderla, la política del amor está llena de ira, resentimiento y egolatría, y ALGUNOS jóvenes que piden oportunidades se levantan a las 10 a criticar el sistema. El gobierno no oye, el dueño del gobierno no nos hace el favor de desatornillarse de la política y los que están al lado, (a lado y lado), solo sirven para sobar los hombros y decir: “vamos volando, usted tranquilo presidente”, o peor aún y en el otro caso, algo desgarrador hasta las entrañas: “el niño que iba en la ambulancia, igual se iba a morir”. Así estamos. ¡De manicomio!

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