Estudiantes de la Isla Salamanca, frente a Barranquilla, arriesgan su vida para ir a estudiar

La ruta escolar surca el río Magdalena en medio de la turbulencia y la oscuridad de la madrugada. Es sacudida  por ráfagas de vientos de 60 kilómetros por hora, pero el viento no es el único peligro de este transporte escolar, en algunas ocasiones cruzan muy cerca a grandes embarcaciones que le estremecen.

"Me parece muy peligroso porque nos pueden voltear", aseguró Jazmín Maza, una de las estudiantes que todos los días realiza la travesía.

Después de 40 minutos de viaje los estudiantes llegan a buen puerto, atesoran sus útiles escolares y un puñado de verduras, que no son un regalo para la profesora sino el tiquete de regreso a casa, pero para hacerlo efectivo, antes de entrar a clases, los estudiantes deben hacen la primera tarea del día.

Tienen que vender las verduras para asegurar los 2.500 pesos del pasaje de regreso en la lancha hacia la Isla Salamanca.

"En mi casa hay muchos cultivos de cilantro, cebollín y col", precisó la estudiante Ingrid Acosta.

Los estudiantes casi siempre tarde llegan al aula de clases.

"Son factores que insiden de una u otra manera en el funcionamiento cognitivo de los estudiantes porque no tienen las mismas condiciones que todos los niños, y con todo eso ellos vienen a estudiar", enfatizó el psicólogo Guillermo Camacho.

Al final de cada jornada la calificación es sobresaliente. Sus ganas de estudiar no naufragan ante las situaciones adversas.