Carlos Julio Ardila: "La confianza afinca nuestro papel como empresarios"

El séptimo Congreso Empresarial Colombiano de la Andi cierra con un doble broche de oro: el reconocimiento a la trayectoria de los empresarios Carlos Julio Ardila Gaviria y Daniel Haime Gutt. A propósito de esta distinción, este fue el discurso del hijo del Doctor Carlos Ardila Lile en este congreso. 

"La gratitud es esencial para la construcción de un mundo mejor. Por eso, hoy, que la ANDI me confiere la Orden al Mérito Empresarial José Gutiérrez Gómez, inicio esta intervención con un mensaje de agradecimiento a mi familia; mi esposa Patricia, mis hijos; Juan Carlos, Felipe y Mauricio, y, en especial, a la memoria de mis padres, Eugenia Gaviria de Ardila y Carlos Ardila Lülle, y por supuesto, a todos ustedes, amigos de la ANDI.

Este honor, también, me lleva a agradecerles a los más de 45.000 colaboradores de las empresas pertenecientes a la Organización Ardila Lülle, una organización forjada por la visión y liderazgo de mi padre y que hoy, con un orgullo inmenso, tengo el honor de pertenecer bajo una premisa que nos ha acompañado por más de 70 años: Servir a Colombia, un país que nos motiva e invita a actuar con convicción.

Durante más de 200 años, desde nuestra declaración como República, el país ha avanzado. La nación ha crecido bajo el manto de la democracia. Ha tenido estabilidad política y ha superado momentos complejos, marcados por la violencia y el dolor.

Nuestras instituciones se han regido por preceptos constitucionales orientados por la construcción de valor público y se han sostenido en el tiempo posibilitando el equilibrio del poder, manteniendo la consciencia sobre el respeto por los derechos fundamentales, la construcción de consensos para el bien común y el sentido de libertad que promulga nuestra Constitución.

Pero, aún estamos lejos de ser un país afín con la riqueza y potencial de nuestro territorio. Todavía tenemos mucho por hacer y el sector empresarial es consciente de este reto.

Desde, quizás, mediados del siglo XIX, como parte constitutiva del crecimiento del país, el empresariado le ha dado impulso al desarrollo industrial de Colombia y a la formación de un tejido empresarial sólido, comprometido con la generación de valor social.

Sin duda, ha sido un acto heroico y no exagero en la palabra. Negar las vicisitudes que los empresarios hemos afrontado sería tapar el sol con un dedo.

Pero, más allá de ese trasegar, por momentos sinuoso, el compromiso y el interés por propiciar el desarrollo del país con gran vocación de servicio siempre ha estado por delante.

Ese ha sido el papel de fondo del empresariado en Colombia. ¿Cuánto más podemos hacer los empresarios por Colombia? La respuesta es simple: Mucho.

Sí, mucho, y tengo el convencimiento de que esa es la respuesta que hubieran dado todas las personas aquí reunidas y los más de 470.000 líderes de empresas grandes, pequeñas y medianas existentes en el país.

Pero necesitamos un aliciente de fondo para avanzar por el camino que nos lleve a aportar más, mucho más. Ese aliciente es la confianza.

La confianza afinca nuestro papel como empresarios y motiva a seguir adelante con la construcción de un país estable y viable.

Confianza, para mantener una relación armónica con todos los estamentos de la sociedad como el gobierno, los poderes públicos, la sociedad civil, los trabajadores y las comunidades.

Confianza, mediada por un justo balance de elementos sobre los que debemos llamar la atención y que, rápidamente, me gustaría listar.

El primero de esos elementos es el respeto por los principios democráticos, lo cual constituye un marco de acción correcto, ponderado y asertivo, que protege a la Nación.

 El segundo, la estabilidad y seguridad jurídica necesarias para invertir con criterios de equilibrio entre lo económico, social y ambiental. Una estabilidad que proteja nuestra capacidad de generar empleo y oportunidades.

El tercero, la garantía de cuidado y respeto por la propiedad privada, que permita contar con ese capital de trabajo para realizar inversiones sostenibles de cara a la competitividad del país.

Y el cuarto, la posibilidad de fortalecer una economía de mercado creciente con criterios de prosperidad y sostenibilidad para generar valor a los Grupos de Interés, lo cual motivaría cada vez más nuestra vocación de construir desde propósitos superiores.

Ahora bien, me atrevo a dar un consejo a todos los que hoy nos acompañan para fortalecer ese compromiso que el sector empresarial tiene con el país.

Ese consejo es simple, pero poderoso: Avancemos con optimismo.

Sin duda, el optimismo debe ser nuestro mayor aliciente. Ese es mi consejo para crecer, avanzar y prosperar. ¡Hagamos que nuestro liderazgo empresarial esté cargado de optimismo!

En 2003, la ANDI le confirió a mi padre el reconocimiento que hoy recibo. Él se sintió profundamente honrado. Incluso manifestó que se trataba de un momento de realización y cristalización de un sueño que se propuso forjar en bien de su país: Ser un empresario comprometido con Colombia, trabajando por una Colombia incluyente, dando impulso y apoyo a la educación, a la salud, a la cultura, al medio ambiente y al deporte entre otras causas.

Sus palabras estuvieron llenas de optimismo. Hoy las retomo para confirmar la importancia de ser optimistas.

Seguiremos trabajando con entusiasmo, porque tenemos un compromiso ineludible con la construcción de un mejor futuro para un país que se lo merece.

Muchas gracias".

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