Ciudadano ruso liberado en intercambio con EE. UU. tenía nexos con las extintas Farc

Estados Unidos y Rusia intercambiaron este 8 de diciembre algunos prisioneros, entre ellos la estrella del baloncesto estadounidense Brittney Griner y el traficante de armas ruso Viktor Bout, así lo anunció la Casa Blanca y el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso. 

“El 8 de diciembre de 2022, en el aeropuerto de Abu Dabi, se completó con éxito el procedimiento de intercambio del ciudadano ruso Viktor Bout por la ciudadana estadounidense Brittney Griner, que cumplían condena en prisiones estadounidenses y rusas, respectivamente”, dijo el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso en Telegram. 

Griner, de 32 años, se abrió camino como campeona olímpica estadounidense y pionera LGTBI antes de que su carrera se viera interrumpida por su encarcelamiento en Rusia, en el marco de un choque al estilo de la Guerra Fría entre Washington y Moscú. 

Jugó en Rusia en la temporada baja de la WNBA. Ganó tres coronas de la liga rusa y cuatro títulos de la Euroliga con su poderoso club, el UMMC Ekaterinburg, pero el 17 de febrero del año en curso, una semana antes de que las tropas rusas invadieran Ucrania, fue detenida en un aeropuerto de Moscú y acusada de contrabando de drogas por llevar cartuchos de vapeo con aceite de cannabis.

En contexto: Quedó en libertad la estrella del baloncesto Brittney Griner tras intercambio con Rusia

En ese momento, la deportista explicó que tenía permiso de un médico estadounidense para usar cannabis medicinal para aliviar el dolor de las lesiones, pero fue condenada el pasado agosto, por tráfico de drogas, por un tribunal ruso y sentenciada a nueve años de prisión.

¿Quién es Viktor Bout?

Viktor Bout, de 55 años, estudió en el Instituto Militar de Lenguas Extranjeras de Moscú antes de entrar en la Fuerza Aérea de la URSS.

A partir de 1991 y la caída de la Unión Soviética, Bout aprovechó el caos en el que cayó su país para adquirir, a bajo precio, grandes cantidades de armamentos de bases militares abandonadas a su suerte y ante oficiales en busca de medios para enriquecerse o simplemente subsistir.

Durante dos décadas su nombre fue sinónimo de tráfico internacional de armas, hasta que en 2008 fue detenido en Tailandia en una operación encubierta de agentes estadounidenses, y dos años más tarde trasladado a Estados Unidos luego de una larga batalla judicial por su extradición que provocó tensiones entre Washington y Moscú.

Los nexos de Bout con las extintas Farc

Bout, quien es conocido como ‘El mercader de la muerte’, es señalado de vender armas a varios grupos insurgentes de África e incluso al mismo Osama Bin Laden para fortalecer al Qaeda, pero, según información, fue un supuesto negocio con las extintas Farc lo que terminó llevándolo a prisión. 

Así figura en su indictment conocido por Noticias RCN y que reposa en los archivos de inteligencia del Ejército colombiano.

Su captura en Tailandia y posterior extradición tuvo como motivo el haber vendido armas a las antiguas Farc e intentar comercializar otro gran arsenal a esta guerrilla.

“Entre noviembre de 2007 y marzo de 2008, Bout acordó vender a las Farc millones de dólares en armas, incluidos 800 misiles tierra-aire, 30.000 armas de fuego ak-47, 10 millones de cartuchos, cinco toneladas de c -4 explosivos plásticos, aviones ultraligeros equipados con lanzagranadas y vehículos aéreos no tripulados”, se lee en el documento.

Los misiles antiaéreos que supuestamente Bout ofrecía, tenían el objetivo de abatir a los pilotos estadounidenses que trabajan con los militares colombianos en operaciones antidrogas. 

Sin embargo, esa no era la primera vez que Estados Unidos tenía evidencia de la relación del traficante ruso con las Farc. A finales de la década de los 90, Bout habría ayudado a lanzar, en 5 ocasiones, 10.000 rifles kalashnikov desde el aire a las Farc, con ayuda de funcionarios peruanos.

En ese momento, incluso el Gobierno Colombiano se presentó ante la justicia de Tailandia para respaldar el pedido de extradición de Washington que finalmente se efectuó y que posteriormente se convirtió en una condena a 25 años de prisión. 

El ministerio ruso de Relaciones Exteriores, en aquel entonces, prometió que haría todo lo posible para lograr su regreso a Rusia, algo que finalmente se ha cumplido diez años más tarde.

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