Las dos caras de la negociación sobre el programa nuclear iraní

Mientras Irán defiende su producción de uranio y su regreso a la comunidad internacional, Occidente busca que no pueda producir armas nucleares.


Ministro de exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, y secretario de Estado de EE.UU; John Kerry. Foto: AFP

Noticias RCN

noviembre 25 de 2014
01:21 p. m.
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Siete meses más de plazo recibieron las negociaciones entre Irán y el grupo de países del 5+1 para llegar a un acuerdo en el que se apruebe el programa nuclear que desarrolla Teherán y se eliminen las sanciones impuestas por la comunidad internacional a ese país desde 2002.

Sin embargo, una nueva prórroga significa un reto mayor para ambas partes, a quienes analistas y expertos han llamado a agilizar las conversaciones antes de que caigan en un punto muerto e incluso empeoren la situación diplomática entre Occidente y la República Islámica.

Irán, a seguir defendiendo su “línea roja” ante el 5+1

Prorrogar las negociaciones sobre su programa nuclear significa para Irán seguir defendiendo lo que el ayatolá Ali Jamenei llamó la “línea roja”, es decir, los inamovibles sobre los que esa república islámica espera lograr un acuerdo con Occidente para que se eliminen las sanciones impuestas por la ONU, Estados Unidos y la Unión Europea.

Las cifras han mostrado que Irán necesita con urgencia la eliminación de las sanciones,  que impiden a empresas, individuos y sectores enteros de su economía hacer negocios con el resto del mundo.

El aislamiento le ha traído a Irán la caída a menos de la mitad de las exportaciones de petróleo, la congelación de miles de millones de dólares en el extranjero, su desconexión al sistema bancario internacional, una inflación que en 2013 llegó al 40%, un creciente desempleo, el hundimiento del sector privado y una devaluación del real iraní de cerca del 70%.

Sin embargo, la intención de diversificar sus fuentes de energía y reducir su dependencia del petróleo y del gas no solo le ha costado caro al gobierno iraní, sino que se convirtió en una necesidad que incluso sus ciudadanos reconocen. Según un sondeo reciente, cerca del 94% defienden que su país necesita un programa de energía nuclear y el 70% insistió en que se realizaba con fines pacíficos.

El reto es convencer a Occidente de que pese a que para fabricar armas nucleares se requiere uranio enriquecido en altas cantidades, su intención no es tan ambiciosa y el proceso, junto con la producción de plutonio, busca frenar la dependencia del combustible nuclear que hasta 2021 proporcionará Rusia para la central de Buchehr y las otras 19 que Irán espera tener.

Para iniciar las conversaciones, Irán ha cedido en congelar algunas de sus actividades nucleares, en permitir al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) acceder a la polémica base de Mariván, y en rediseñar el reactor de agua pesada de Arak para limitar la producción de plutonio de ocho kilos anuales a uno.

Mas el enriquecimiento de uranio es el tema espinoso y por el que las negociaciones podrían irse al piso. Mientras Occidente pide reducir las centrifugadoras capaces de realizar el proceso, el objetivo de Irán es aumentar su número 20 veces más del actual para mantener a largo plazo un programa nuclear que no se ha frenado durante los últimos años, que 200 de sus diputados del ala dura han exigido defender "vigorosamente", y del que depende un acuerdo vital para la popularidad del presidente Hasan Rohani.

Occidente, a cumplir el reto de eliminar la amenaza nuclear en Irán

Tras décadas de tensión diplomática, Estados Unidos lidera la comisión de los 5+1 (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania) para intentar que Irán reduzca su capacidad de enriquecimiento de uranio y se aleje así de la posibilidad de acumular el material suficiente para fabricar armas nucleares a corto plazo.

Los años de sanciones han calado en la economía iraní, pero no han frenado sus intenciones de sostener un programa nuclear en expansión y de largo plazo. Así, Occidente parece replantearse la estrategia frente a un país al que 12 años aislado de la comunidad internacional no le ha impedido hacerse a la tecnología que, sin regulación, le daría los instrumentos para armarse nuclearmente en pocos años.

La vía militar parece no ser ya una opción para las potencias occidentales, fuertemente criticadas por su actuación en Oriente Medio. Además, en palabras del general estadounidense Martin Dempsey, un ataque contra Irán retrasaría pero no eliminaría su programa nuclear.

Llegar a un acuerdo negociado con el gobierno iraní, entonces, resulta vital, pero requiere de agilidad mientras existe la voluntad política de los gobiernos del 5+1. De seguirse dilatando, las negociaciones podrían sucumbir ante un congreso de mayoría republicana que tomará posesión en EE.UU. y que amenaza con adoptar nuevas sanciones, la prórroga de la Unión Europea a desmontar sus medidas restrictivas, y una eventual eliminación de los bloqueos impuestos por la ONU que tardaría años.

Expertos coinciden en que el retorno de Irán a la comunidad internacional y la eliminación de las sanciones serían benéficos no solo para la República Islámica sino para la economía occidental, que posa sus ojos en un mercado de 80 millones de habitantes.  

Irán ha preparado nuevos tipos de contratos para atraer a inversionistas extranjeros, cuenta con una flota aérea que necesita ser renovada y produce millones de barriles de petróleo y gas que entrarían al mercado internacional y podrían reducir aún más su precio.

Siendo aún más optimistas, analistas prevén que un acuerdo con Irán podría convertirlo a corto y  mediano plazo en un aliado vital de Occidente en Medio Oriente. El periodista James M. Dorsey, por ejemplo, cree que las alianzas de Irán y el régimen de Al-Asad no se deben a una afinidad sectaria sino a su aislamiento, por lo que el gobierno de Teherán podría colaborar en los conflictos de Siria e Irak, además de reducir la dependencia de Pakistán como aliado para influir en la región.

Los 5+1 le apuestan a llegar a un acuerdo que les traería beneficios, pero en el que piden de su contraparte que sea “mucho más flexible”. En Irán existen 19.000 centrifugadoras de enriquecimiento de uranio, 9.000 de ellas en funcionamiento, y Occidente espera que el Gobierno ceda a reducir su número a 5.000. Sin embargo, Teherán se niega a negociar este punto y calcula su necesidad de enriquecimiento en 190.000 UTS (unidades de trabajo de separación), es decir, 20 veces su capacidad actual.

Además, Irán se ha negado a negociar más sobre Fordo, una instalación de enriquecimiento construida bajo una montaña que Occidente ha pedido que tenga un uso diferente; ni cambiar más el diseño del reactor de Arak, que ya fue modificado para producir un kilo de plutonio al año y así alejarse de los 10 kilos necesarios para construir una bomba nuclear, pero sobre el que los 5+1 piden que se abandone definitivamente el proyecto.

NoticiasRCN.com con información de AFP y EFE

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