Tuluá resistirá, el miedo no es opción
El precio que estamos pagando es muy alto, en un país civilizado nadie debería vivir en estas circunstancias.
06:00 a. m.
El pasado 9 de octubre cuando regresé a Colombia después de 15 meses de un exilio obligado por las amenazas que venía recibiendo desde el año 2021 tras denunciar como periodista hechos de corrupción pública y la extorsión sin control en Tuluá, tenía la ilusión de volver a compartir con mi familia y amigos, recuperar mi vida y reencontrarme con mi perro Marcelo.
La realidad ha sido muy diferente. Era consciente que de volver tendría demasiadas limitaciones por razones de seguridad, lo cierto es que ni siquiera he podido vivir en mi pequeño apartamento, no cuento con un esquema que me brinde garantías mínimas de seguridad por lo que temporalmente estoy viviendo en la finca del hombre más amenazado hoy en Colombia, el alcalde de Tuluá Gustavo Vélez Román, donde se cuenta con custodia día y noche de personal del Ejército y la Policía.
Visitar la familia, ir a un centro comercial o incluso asistir al trabajo dejó de ser un hecho normal, ya que para los desplazamientos se debe contar con un vehículo blindado y personal de seguridad con el que no cuento, pues la UNP solo me asignó un hombre de protección, pese a que el asesinato del concejal Eliecid Ávila dejó nuevamente en evidencia que estamos ante una amenaza real por parte de criminales que hace mucho perdieron cualquier asomo de humanidad, racionalidad y sensatez.
Esa fatídica noche cuando atentaron contra la vida de nuestro amigo Eliecid, casi de manera simultánea hicieron varios disparos contra la propiedad donde comparto residencia con el alcalde. La situación fue caótica y aunque aún no nos reponíamos de la noticia del atentado sicarial a Eliecid, tuvimos que correr a resguardar a las mujeres, niños y demás miembros de la familia con quienes compartíamos el final de año.
En esta casa no hubo abrazos de feliz año, ni uvas, ni celebración, la propiedad se llenó de efectivos del Ejército y Policía e incluso alguien llegó a sugerir que no realizáramos el acto de posesión del alcalde. Los gritos de los oficiales que repetían órdenes se confundían con el llanto de los niños mientras adultos intentábamos entender el nivel de demencia de unos politiqueros que aliados con criminales y cegados por el afán de dinero y poder eran capaces de atentar contra un hombre bueno como Eliecid. En la madrugada vencidos por el cansancio nos fuimos a la cama sin lograr conciliar el sueño.
Agotados física y emocionalmente el primero de enero tomamos posesión de nuestros cargos, acompañé al alcalde como Secretario de Desarrollo Institucional, y aunque al igual que los demás secretarios sentía la emoción de ocupar esta dignidad, no había alegría, en nuestros rostros se notaba el dolor, la frustración y las lágrimas contenidas. Sin embargo, sacamos ánimos impulsados por la convicción de que haremos nuestro mejor esfuerzo para recuperar nuestra libertad y la de todos los tulueños, ese es nuestro compromiso y la responsabilidad que asumimos con nuestro pueblo, y no les vamos a fallar.
El precio que estamos pagando es muy alto, en un país civilizado nadie debería vivir en estas circunstancias, nuestro pecado no habernos doblegado ni hacer alianzas con quienes arrinconaron a todos los tulueños, pusieron a aguantar hambre a los más humildes y han cegado la vida de centenares de ciudadanos inermes que se negaron a pagarles extorsiones o simplemente no tenían cómo cumplir las inagotables exigencias de estos criminales.
Ante la infamia fortaleza, frente al dolor esperanza, contra el miedo valor, juntos vamos a hacer que esto cambie, pero necesitamos que el país no nos deje solos, que el Gobierno Nacional escuché nuestro llamado, que los medios nacionales sigan siendo nuestra voz, y que los tulueños continúen orando por nosotros. Tuluá volverá a enamorar.
@robertposada
Secretario Desarrollo Institucional Tuluá