El “cambio” de 360 grados

Mucho se ha venido hablando sobre el necesario cambio que merece nuestra clase política y las asquerosas formas de excusar los atracos millonarios a costa de las necesidades más urgentes de todos los colombianos. Alimentación para los niños, agua para comunidades vulnerables, educación para las zonas más recónditas, infraestructura, conectividad, equidad, y cuanta vaina rimbombante logre sensibilizar más, ha sido la trampa perfecta para los desfalcos millonarios de matrimonios elegantísimos que terminamos pagando todos en Colombia.

Más de 60 años suplicando por paz, terminan en los bolsillos de criminales a los que les hacen ostentosos especiales en las mansiones que construyen mientras nuestra justicia se rasca las orejas con las manos amarradas por la “presunción” de estas bellezas. Los niños, perfectas víctimas para sensibilizar los atracos de hampones que no logran hacer aparecer 70 mil millones de pesos que ya están más mecateados que la normalizada mermelada a la que nos acostumbramos, mientras el país sigue bailando con el lastre impositivo de los que se enriquecen con el hambre. 

La corrupción interminable, la compra de votos, los excesos, el descaro máximo por las tajadas en licitaciones, las incoherencias políticas, y todo lo que mencioné al comienzo de esta columna, fue el pan de cada segundo en la más desastrosa campaña política que el país ha tenido que padecer en su historia. Todos, a su manera, hablaban de la necesidad de un cambio. Unos haciendo torpezas en los carros metiendo primera, que critican el petróleo pero le meten 9 mil kilómetros a una reunión que pudo haberse hecho por whatsapp; otros, hablando de cambio pero recibiendo a los mismos que criticaban en sus discursos para combatir en las urnas; en fin el sancocho de incoherencias y el desespero por una tajada de poder para cuidar a los mismos de siempre.

Hoy ese cambio que ganó y nos ofrecieron ya está tomándose fotos con César Gaviria. Hoy, a ese cambio ya pertenecen los sindicados por compras de votos, corrupción, y excesos propios del realismo despiadado nacional que se enriquece con los vulnerables. ¡No todo es malo!, ni más faltaba querer que después de estos 4 años al país le vaya mal. Pero sí es necesario y antes que arranque ese nuevo gobierno, que aprovechemos la coyuntura de la independencia para mandar a volar lo que enfáticamente criticaban, alejarse de quienes tanto daño nos han hecho, y no condenarnos nuevamente al cuento chino e infantil, que la gobernabilidad se necesita para que las implementaciones sean válidas. ¡Pura paja! El cambio se hace con buenas compañías.