La representación: falsa solución

"La representación no significa ningún cambio sustancial en la vida de las mujeres si viene ligado al mantenimiento de los valores conservadores, patriarcales".


Gabriela Forero Amézuita
noviembre 05 de 2023
09:14 a. m.
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Hace unos días, planteé una idea sencilla en mis redes sociales: “las mujeres son las grandes perdedoras en las elecciones regionales”. Reflexionaba no solo sobre la escasa representación en un país donde las mujeres son mayoría, sino también sobre la insuficiente agenda que prioriza la vida y la seguridad de las mujeres y las sexualidades disidentes, así como el bienestar general. Me resulta sumamente decepcionante que, de 32 gobernaciones, solo 6 están lideradas por mujeres, y que en la mayoría de los casos, estas sean directamente producto del nepotismo. La noción de que la mejor manera de perpetuar el legado político de una élite es a través de una hija, una esposa, una sobrina o una protegida, es desalentadora. 

En Colombia, las barreras culturales y estructurales restringen el acceso como la eficacia de las mujeres en cargos de elección popular, además de limitar la promoción de agendas feministas y diversas. Esto evidencia una desigualdad palpable en las expectativas y en la realización efectiva de sus derechos. 

Los comentarios que recibió mi publicación fueron diversos, pero hubo uno que captó mi atención de manera particular: la que asocia la participación de las mujeres en la política con una mala gestión anterior. La noción de “no volveremos a elegirlas porque el estilo de gobierno de una no fue de mi agrado” y otra muy similar, “si desean alcanzar el poder, deben hacer las cosas bien”, son testimonios de una perspectiva problemática. Esas respuestas me llevan a esta reflexión que quiere poner en el centro la emancipación de las mujeres que se asumen como la otredad política y también insinuar la falsa recompensa de la representación. 

Una mujer se ve obligada a confrontar la violencia política incluso antes de postularse como candidata, y mucho antes de recibir un aval. El primer obstáculo que enfrentan en la esfera política es un reflejo universal: hacerle frente a una sociedad para la cual el lugar de las mujeres no es el espacio público y exige, en el ámbito privado, que sean reservadas, abnegadas, bellas y serenas. 

Desafiar estas nociones tradicionales también puede ser una fuente de violencia potencial. Las que no se quedan calladas, que reconocen y denuncian injusticias, que deciden salir del ámbito doméstico para participar en el debate público, en su gran mayoría, enfrentarán intentos de silenciamiento y exclusión. Estos intentos a menudo se manifiestan a través de patrones recurrentes que ya conocemos, incluyendo adjetivos despectivos comúnmente usados para describir a las mujeres en política como “gritona, cansona, mandona, marimacha, intensa, histérica…” entre otros. Además, enfrentan diferentes tipos de violencia que incluyen la física, económica y psicológica. 

Esta violencia no es exclusiva de un sector político particular y se manifiesta de manera extendida, e incluso amplificada, dentro de algunos sectores que, bajo el manto de la progresividad y la inclusión, desalientan a las mujeres que forman parte de sus colectividades, excluyéndolas y dificultando su ejercicio político. Dicen reconocer la violencia, pero continúan ejerciéndola. 

Así, las mujeres siguen siendo percibidas como entidades ajenas a la esfera política, sin ser reconocidas por su individualidad. Encuentro pertinente mencionar el caso de Claudia López, sobre quien he recibido numerosos comentarios, muchos de ellos vinculados a la idea de que una gestión criticada "desprestigia a las mujeres". Me pregunto, ¿En qué momento una mala gestión masculina se toma como reflejo de todos los hombres? ¿Cuándo el castigo por una gestión desfavorable de un político masculino nos lleva a pensar en no volver a votar por hombres? Las mujeres en política siguen aún hoy careciendo de un juicio justo. Serán siempre juzgadas a la luz de lo ajeno que representan “las mujeres” y se les comparará con esta injusta y pesada vara con la que jamás se juzga a los varones. 

Finalmente, deseo explorar la idea de la representación, la cual, aunque rechazo como solución a las violencias que enfrentan las mujeres, considero necesaria. Frecuentemente, al discutir la paridad, se nos argumenta que “solo por ser mujeres no significa que deban ocupar cargos, deben trabajar por ello”, y debo ser sincera, esta afirmación me resulta bastante irónica. Tomemos, por ejemplo, a Nicolás Barguil, hijo de David Barguil: ¿Qué otro mérito ostenta para ser congresista, aparte de ser hijo de su padre? En ese sentido, las credenciales que se nos exigen, no solo en la política sino en muchos otros campos, parecen ser mucho más rigurosas en comparación con las requeridas a los hombres. 

Habiendo dicho lo anterior, la realidad es que la representación no significa ningún cambio sustancial en la vida de las mujeres si viene ligado al mantenimiento de los valores conservadores, patriarcales y violentos en la sociedad. La representación es una falsa consolación para la violencia sistemática que se vive y al final solo aquellas que no incomode el status quo serán celebradas. 

Hoy, el resultado electoral deja a varias ciudades y municipios sin ni una sola concejala; a las cinco principales ciudades del país sin alcaldesas, y apenas seis gobernaciones que no son dirigidas por hombres. Aún más alarmante, me preocupa profundamente la ascensión al poder de liderazgos anti-derechos, que rechazan la diversidad y perciben la emancipación de las mujeres como una amenaza. 

Queda un gran trabajo que hacer en la formación de liderazgos, pero quizás hay un trabajo aún más grande en el reconocimiento de las mujeres en política como actores válidos, diversos y plurales. Las mujeres en todas sus dimensiones no como las “otras”, no como el segundo sexo y no como la minoría y más allá de la cuantía, es la calidad de la representación y el cambio en las dinámicas de poder lo que realmente marcará la diferencia.

Politóloga y administradora de empresas. Maestrante en Estudios Internacionales.
@gabrielafoam

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