El campo colombiano es la raíz de nuestra economía y palanca para el crecimiento
Esta semana, como cada 9 de septiembre, en Colombia y el mundo la mirada regresa al campo con orgullo y esperanza al celebrar el Día Mundial de la Agricultura.
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De acuerdo con Finance Colombia, en 2024, el sector agrícola —incluyendo agricultura, ganadería, pesca y silvicultura— creció un 8,1 %, convirtiéndose en el motor más dinámico de la economía nacional. De hecho, según cifras del Ministerio de Agricultura, de ese crecimiento del producto interno bruto del país (1,7 %), el agro aportó 0,8 puntos, lo que equivale al 47 % del total, consolidando su peso fundamental en la recuperación económica.
Asimismo, de acuerdo con estas mismas fuentes, en el primer trimestre de 2025, el sector continuó brillando con un aumento del 7,1 %, destacándose en cada uno de sus subsectores: café (+31 %), pesca y acuicultura (+18 %), forestería (+11 %) y ganadería (+9 %). Este crecimiento es una verdadera muestra de resiliencia y potencial: el agro colombiano es la columna vertebral económica del país, generador de empleo, estabilidad y oportunidades en territorios diversos y adversos, así como de generador de convivencia y paz en los territorios.
Conmemorar esta fecha, debe llevarnos a profundas reflexiones sobre el rol vital del campesinado en la preservación de nuestras tierras, cultura y desarrollo rural. En Colombia, esta jornada no solo honra a quienes trabajan en el campo, sino que invita a reconocer cómo, su labor, es el fundamento de la economía, la alimentación y el futuro del país.
Entre esas voces transformadoras emerge la historia de Tatiana Ramírez Urrea, una agrónoma de El Carmen de Viboral, municipio al oriente de Antioquia, la primera profesional en su familia. Junto a su socio emprendió en una finca que estaba en abandono, y fundaron Canuma – El Campo en Nuestras Manos. Hoy cultivan tomate San Marzano y gulupa bajo prácticas sostenibles como riego por goteo y control biológico de plagas, logrando reducir en un 40 % el consumo de agua y eliminar el uso de agroquímicos dañinos.
El fruto de su trabajo se destaca: el 70 % de sus tomates abastece restaurantes gourmet de Medellín y la gulupa llega a mercados internacionales. Su historia es el reflejo del nuevo agro colombiano, una apuesta por la calidad, el cuidado por la salud del consumidor final, el conocimiento y el respeto por la tierra, con visión global y vocación ética.
Y es precisamente en esa clave de transformación donde se hace necesario que cada vez más desde las instituciones financieras y de formación empresarial redoblemos esfuerzos para seguir apoyando el campo, y haya más trabajo conjunto publico-privado para invertir más en el campo Colombiano. En 2025, con nuestro programa MBA Agroempresarial, Interactuar ha vinculado a 140 agroempresarios de 28 municipios, con una participación femenina del 44 %. Los resultados hablan con claridad: en promedio, las ventas aumentaron un 43 %, se crearon 214 empleos formales y 61 % de las empresas ya están formalizadas mediante RUT. En sostenibilidad, el 68 % identificó formas de reutilizar residuos, reduciendo su impacto ambiental.
Además, con iniciativas como el Semillero Agro que integra a 168 productores, 68 % mujeres, se ofrece un énfasis fuerte en prácticas ecoeficientes: el 86 % implementó acciones ambientales como ahorro de agua y gestión de residuos, demostrando que la sostenibilidad impulsa la competitividad.
El agro colombiano ya ha demostrado ser una fuerza decisiva para la economía, el empleo y la sostenibilidad, tenemos un compromiso con seguir fortaleciendo el campo desde cada uno nuestros espacios de construcción de sociedad. Historias como la de Tatiana y el impulso de estas entidades muestran que, con formación, equidad y respeto por el entorno, el agro no solo sostiene al país... también lo proyecta al mundo.