Mujeres Palmeras de Colombia, unidas por una labor

Para algunas es amor al arte, para otras es una necesidad. Pero todas aprendieron a plantar, cosechar y polinizar la palma de aceite, y hacen parte de las Palmeras de Colombia. Y un grupo de ellas están en el Pacífico nariñense.

En la perla del Pacífico encontramos a Fanny, Rubí y Viviana, tres guerreras unidas por la misma labor y un solo propósito.

Ellas cada mañana llegan a los plantíos de palma de aceite con sus herramientas de trabajo dispuestas a dedicarle varias horas del día a la cosecha, como lo explica Rubí Bolla: "La rutina bien es salir al monte a las 2:00 de la tarde".

Cada una se concentra en su labor de extraer el aceite de la palma de aceite. Para Rubí, el objetivo de las jornadas tienen un propósito: polinizar. "El recorrido es mirar, observar todas las palmas, buscar las flores donde haya para poderlas polinizar".

Cada una cumple con una labor diferente, durante las jornadas de Viviana Segura su compañía es un búfalo mientras que su mano empuña su herramienta de trabajo. "Mi trabajo es ir detrás del portero jalando el búfalo recolectando los racimos frutos secos la picada de hoja con el machete".

Y aunque la tarea no es fácil, tienen un motor en casa que las impulsa a seguir jornada tras jornada orgullosas de lo que hacen, en el caso de Rubí es madre soltera, y busca que sus hijos logren estudiar. 

"Soy madre soltera, tengo tres bebés y me toca sacar a mis hijos adelante. Me siento orgullosa, me siento muy orgullosa del trabajo que hago, porque es para mis hijos y para mí, pues igualmente, pero más lo hago por ellos, porque si no los tuviera yo que iba a estar acá".

Para Viviana, el fruto de su trabajo es poder ayudar a que sus hijos cumplan sus sueños. "Por mis hijos trabajo en el campo. Igual con lo que hago acá los he logrado sacar adelante. El mayor tiene 12 años. La segunda tiene nueve, la otra tiene 7 años y pues trabajo por ellos porque a uno le gusta el fútbol la otra quiere terminar sus estudios, ser policía y lo tengo al mayor en una zona de fútbol que me toca estar pagando los pasajes la escuela y todo".

Para Rubí esa es la motivación y la recompensa para soportar largas caminatas. "Son manos casi de hombre vea toscas porque está jaladera de este gancho si no los pies las uñas se le dañan a uno de las botas es difícil las manos por lo menos ahorita me están doliendo me arden".

Hasta 6 horas caminan entre la humedad el calor y en muchas ocasiones su piel da muestra de las largas jornadas. Incluso sus manos como las de Viviana, dan muestra del esfuerzo. "Se requiere de bastante fuerza porque hay ocasiones donde salen unos callos bien grandes toca hacer  demasiada fuerza hay unos que son grandes".

Para Fanny, de 63 años, esta ocupación fue una salida en una época donde la violencia tocó la puerta de su casa. "Y no nos dejamos para atrás, seguimos para adelante, no tenía tierra mi mamá por ahí me obsequió, sembré mis tres hectáreas de palma y me siento la mujer más feliz de la vida".

Por esa dedicación, amor por la agricultura y su pasión por la siembra de palma de aceite, Fanny recibió un homenaje de Fedepalma como la mujer palmera de Colombia del 2022. "Ese premio me lo merecía".

Con estos cultivos productivos y la lucha de mujeres que buscan un cambio poco a poco el Pacífico nariñense cambia cultivos ilícitos por cacao o palma de aceite. Así lo resalta Fanny: "Me gusta mucho la agricultura, soy amante a la palma de aceite y por ella doy la vida".