Nadie empieza a llorar ni quejarse o lo mando detenido: Correa a víctimas de terremoto

En medio de la desesperación por tragedia en Ecuador, circula en redes un video en el que aparece el presidente Rafael Correa usando un tono desafiante con los afectados.


El presidente de Ecuador, Rafael Correa. Foto: EFE

Noticias RCN

abril 22 de 2016
06:19 p. m.
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“Estamos en emergencia nacional. Aquí nadie me pierde la calma, nadie grita o lo mando detenido sea joven, viejo, hombre o mujer, nadie empieza a llorar o quejárseme por cuestiones que faltan a no ser que sean seres queridos que hayan perdido”, les dijo el presidente Rafael Correa a las víctimas del terremoto del pasado sábado en Ecuador.
“Ya viene el agua, eso no hay problema. Tenemos decenas tanqueados, hay tres buques que vienen con miles de galones”, agregó el mandatario. 
La desesperación que cunde entre quienes lo perdieron todo en el terremoto comienza a desbordarse en la localidad ecuatoriana de Manta, donde los voluntarios deben realizar la entrega de ayudas escoltados por policías ante el encendido descontento de los supervivientes.
Seis días después del sismo que sacudió la costa norte de Ecuador, los supervivientes que perdieron sus casas han reunido lo poco que les queda en parques y terrenos al aire libre, donde pasan la noche bajo precarias construcciones de cartón.
Al salir el sol, se lanzan a la tarea más importante del día, conseguir alimentos y agua que les mantenga hidratados bajo los más de treinta grados que marca el termómetro y para ello pueden acudir a lugares fijos de entrega o recorrer su destrozado barrio a la espera de que lleguen las unidades móviles con ayuda.
En la primera opción les esperan filas kilométricas al sol, en la segunda, confían en que les llegue un paquete de alimentación, que contiene arroz, galletas, azúcar, leche en polvo, sal, fideos, lentejas, y maíz para que una familia pase un día.
Estos paquetes provienen de donaciones de empresas privadas o particulares y, según cifras de fuentes de la Alcaldía de Manta, al día se entregan más de 1.300, especialmente en el sector de Tarqui, el más afectado.
Muchos de ellos se preparan en el patronato municipal, donde casi dos centenares de voluntarios trabajan frenéticamente y reúnen además ropa para donar, agua y colchonetas para pasar la noche. Al caer la tarde los envíos de ayuda salen en varias camionetas para Tarqui mientras a las puertas del recinto decenas de personas piden agua a gritos a los voluntarios.
Van escoltados por dos policías, una circunstancia que no evita que a su entrada en el sector los rodee una veintena de personas que, visiblemente enfadadas, les reclaman por no entregarles a ellos la carga.
"Nosotros dormimos en el piso y nadie nos da nada", reclamó a gritos una de las víctimas.
Los voluntarios del patronato entregan lo que recolectan a quienes se apuntan a una lista con la que intentan asegurar que a cada familia le llegue un paquete de ayuda y no haya engaños, así que piden a quienes les rodean que se inscriban en ella y se alejan de allí.
Pero también al llamar por lista en otra zona de Tarqui se producen carreras, gritos, reclamos y algún empujón, y uno de los voluntarios, por megáfono, pide calma al exaltado grupo.
¡Por favor, nosotros tampoco hemos almorzado hoy, déjense ayudar", pidió entre la algarabía.
Los voluntarios no son los únicos que reciben este estallido de tensión al entrar en la zona más afectada de Manta, como saben ya Rolando y su grupo de vecinos voluntarios llegados desde el sur de Guayaquil, donde recolectaron en su barrio lo que pudieron para ayudar a las víctimas.
"Hemos traído lo que es víveres, lo que es agua, lo principal que necesita la gente de Manta. Hemos traído ropa también", explicó sobre la camioneta en la que han llegado y que, tras entrar en Tarqui, ha tardado cinco minutos en ser rodeada.
"¡Una sábana, que tengo una criatura!", pidió una mujer, y los voluntarios de Rolando dudan, porque solo traen camisetas grandes, pero eso sirve y la entregan.
En diez minutos, solo les queda agua en la camioneta.
No lejos de allí está la única carpa de las fuerzas armadas con capacidad para hacer grandes acopios de alimentos, agua y medicinas.
Todo ello, que procede de varias entidades públicas, se prepara para abastecer a las camionetas que acuden a atender a otras zonas y albergues de la ciudad bajo la supervisión de Lizeth Miranda.
"Estamos haciendo inspecciones en barrios donde no ha llegado la ayuda. Estamos tratando de hacer las cosas bien y de llegar donde hoy aún no ha llegado la ayuda", explicó Miranda.
Lo que más entregan es agua, hasta "tres toneladas diarias" y las donaciones que más reciben son medicinas, agregó.
NoticiasRCN.com/EFE 
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