Colombia le falló a Gabriel Esteban: anatomía de un asesinato que podía evitarse

El país está conmocionado por el vil asesinato de Gabriel Esteban, un pequeño de cinco años que fue ahorcado por su propio padre para tomar venganza con su madre por una ruptura amorosa. El asesino, Gabriel González, planeó todo con frialdad, incluso llegando al punto de grabar videos donde anunciaba su crimen: viajó hasta Melgar en compañía del menor con la fría convicción de acabar con su vida.

El país ha conocido los macabros detalles de este filicidio, quizá hasta el punto de perder de foco el grave fallo institucional que precipitó la muerte del pequeño. Fue en una Comisaría de Familia de Bogotá donde se dio la contradictoria decisión de pedirle terapias psicológicas al padre, y al tiempo permitirle visitas quincenales al menor. 

Gabriel González es un monstruo. Alguien que ya había sido señalado por acoso y violencia intrafamiliar. ¿Por qué la Comisaría de Familia comete el garrafal error de permitirle esas visitas?
Es ahí donde empiezan muchos de los errores que terminan en tragedia en este país. La institucionalidad incurre en incoherencias y las víctimas quedan a merced de los victimarios, sin una protección efectiva.

Al pequeño Gabriel lo asesinó su padre, pero el país tiene gran responsabilidad en los hechos.
Lo que debió haber ocurrido es que la Comisaría de Familia le prohibiera al monstruo visitar a su hijo. Por lo menos hasta que el padre había completado su ciclo de terapias psicológicas con éxito. Ocurrió todo lo contrario y fue un error que le costó la vida a un niño de cinco años.

Hay un sensible fallo institucional en la manera como se atienden los requerimientos de las personas víctimas de violencia intrafamiliar. En Bogotá, de las 36 comisarías, solo dos operan los siete días de la semana las 24 horas. Luego, 24 de esas comisarías trabajan de lunes a viernes hasta las 4:00 p.m., y las 10 restantes trabajan de lunes a viernes hasta las 11:00 p.m. Sin embargo, la violencia intrafamiliar no tiene fecha ni horario: ocurre en todo momento y todo lugar.

Esto es un gran problema para las víctimas, pues hace de cualquier trámite de denuncia o de petición de protección una tortura burocrática.

En lo corrido del año, la Secretaría de Integración Social ha reportado 26.809 atenciones en comisarías de familia por casos de violencia intrafamiliar en Bogotá. ¿De verdad  es posible creer que con solo 36 comisarías se pueden atender tantos casos?

Si a ese discreto número de sedes se le suman las decisiones contradictorias, solo queda concluir que las víctimas de violencia intrafamiliar están indefensas y sin respaldo institucional.

Según la Ley 2126 de 2021, por cada 100.000 habitantes debe haber una comisaría adicional. En una ciudad como Bogotá, que cuenta con 8 millones de habitantes, al menos deberían funcionar 80 comisarías. El déficit es claro. 

¿Qué hacer? Desde el Concejo de Bogotá vamos a ponerle lupa a esta situación. Nuestra ciudad necesita más comisarías, y que estas sean efectivas en su tarea de velar por los derechos de las personas que denuncian maltrato intrafamiliar. 

De no ser así, casos como el de Gabriel Esteban se multiplicarían. Casos que, de operar correctamente la institucionalidad, se pueden evitar.

@oramirezvahos
Concejal de Bogotá