La apuesta de Bogotá para los niños de 0 a 5 años, una revolución para las futuras generaciones
Así se arma un modelo de atención integral para garantizar derechos desde la primera infancia, con trazabilidad, visión y fortalecimiento de capacidades.
05:00 p. m.
En Bogotá decidimos poner a las niñas y los niños primero. Y no como eslogan, sino como política pública medible. Al comenzar este gobierno teníamos registrados cerca de 134.000 niños y niñas de 0 a 5 años en los servicios, la meta es llegar a 165.000 con atención integral y de calidad. Ese salto no se hace a punta de promesas: implica recursos, articulación y un sistema que cuide a cada niño como un universo.
Para empezar por lo concreto, el Distrito lanzó “De la mano contigo”, una estrategia intersectorial que articula a las Secretarías de Educación e Integración Social, con apoyo de Salud y Cultura, para seguir una Ruta Integral de Atenciones (RIA) desde la gestación hasta los 5 años y monitorear en tiempo real qué atenciones recibe cada niña y niño. Es decir, pasamos del “promediar” a una eficiente trazabilidad nominal. Niño a niño, niña a niña y derecho por derecho. Además, el alcalde Carlos Fernando Galán anunció más de $3,4 billones de inversión y 30.000 cupos adicionales, con el propósito de atender a 165.000 niñas y niños durante el cuatrienio.
Este giro no sale de la nada. El Plan Distrital de Desarrollo (PDD) establece un modelo unificado de aseguramiento de la calidad —obligatorio para prestadores públicos y privados— y crea sistemas de información para el seguimiento niño a niño, con estándares comunes para toda la ciudad. En otras palabras, Bogotá deja atrás la dispersión y organiza un solo sistema para la primera infancia, gracias a la articulación con salud, cultura, deporte y sector privado para avanzar hacia la universalización de la atención integral. Esta coordinación no es decorativa, pues asegura permanencia y calidad durante los años más decisivos del desarrollo.
Y es que el diagnóstico oficial, que era imperioso realizarlo, reconoce que, pese a avances de más de una década, los esfuerzos y recursos han sido insuficientes para que las poblaciones más vulnerables accedan a servicios disponibles y de calidad. Más de 265.000 niñas y niños de 0 a 5 años en Bogotá estaban en condiciones de desatención. Este gobierno partió de esa realidad para ejecutar soluciones estructurales.
En metas verificables, el PDD fija aumentar en 30.000 el número de niñas y niños de 0 a 5 años con servicios de atención integral durante el cuatrienio. Una meta que se alinea con lo anunciado por el alcalde y con el objetivo de alcanzar 165.000 beneficiarios.
Hay otra novedad clave: calidad con reglas claras. El modelo exige estándares y aseguramiento para jardines y prestadores, y un trabajo pedagógico centrado en las capacidades de cada niño, con participación de las familias y las comunidades. Y así se protegen y desarrollan habilidades tempranas —juego, lenguajes, literatura, exploración— que determinan senderos educativos más sólidos.
Este enfoque no es solo justo, también es inteligente. La evidencia internacional muestra que invertir en primera infancia genera retornos económicos altos y reduce desigualdades. “De la mano contigo”, tendrá beneficios en salud y seguridad, entre otros, pues formará personas más conscientes en diversos aspectos sociales.
La capital colombiana pasó del programa aislado y recurrente al sistema articulado: metas claras, financiamiento robusto, estándares de calidad y seguimiento nominal, para garantizar que los derechos no se queden en el papel.
A diferencia de lo que ocurrió en administraciones pasadas, que se quedaron en estudios y diagnósticos, esta es la primera vez que Bogotá da el paso hacia la implementación efectiva de un modelo para la primera infancia. El valor agregado está en la articulación de las cuatro entidades distritales mencionadas para construir un esquema uno a uno, en el que cada niño de 0 a 5 años tenga un proceso medible, con indicadores claros de desarrollo y acompañamiento.
Si este modelo logra consolidarse y comienza a mostrar resultados en el cuatrienio, no solo transformará la manera como Bogotá atiende a su primera infancia, sino que también podría convertirse en una referencia nacional. Hoy no existe en el país un modelo uno a uno para la primera infancia, y Bogotá está siendo pionera en demostrar que, con coordinación institucional, planeación y metas verificables, sí se puede garantizar un mejor futuro para las próximas generaciones.
Como bogotano —y como alguien que ha tenido la oportunidad de aportar a este proceso— me enorgullece ver a la ciudad dar este salto. Sé que no es sencillo: permanencia en los servicios, movilidad de familias migrantes, picos de virus respiratorios y pobreza extrema, entre otras múltiples problemáticas que afectan al programa, exigen constancia y fortalecimiento de estas políticas. Pero por primera vez contamos con las herramientas de gestión para sostener la atención, mejorar la prestación del servicio en jardines del Distrito con calidad verificable y cerrar brechas donde más duele: en los primeros años.
Lo que sigue es identificar oportunamente a quienes aún no están en el sistema, consolidar el monitoreo niño a niño y cuidar la articulación territorial entre colegios, jardines, centros de salud y experiencias culturales. Si eso se cumple, Bogotá no solo tendrá mejores indicadores, tendrá mejores vidas. Y eso, en política pública, es la única meta que realmente importa.