No hubo cambio I

Los 10.5 millones que votamos contra Petro lo hicimos por miedo al caos, porque sabíamos del peligro de su personalidad y de sus ideas económicas, de su admiración por los modelos venezolano, cubano y argentino; otros lo hicieron por miedo a la inacción, a la ineptitud del gobierno comandado por él, como ocurrió en su vergonzosa alcaldía de Bogotá. Teníamos alguna idea de que pasaría lo que está pasando. Hasta recuerdo que Alejandro Gaviria como candidato presidencial se atrevió a vaticinar, con admirable tino, 6 meses antes de las elecciones, cómo se desbarataría el gobierno Petro si ganase. Incluso afirmó: “…Me da más miedo la inacción que la acción en un gobierno de Petro”. Pues bien, Gaviria terminó haciendo parte por 6 meses del del gobierno de la inacción y del desorden que predijo al pie de la letra.

Al otro lado, los 11,2 millones que le votaron, los cuales podríamos dividir entre petristas puros y votantes incautos o ingenuos. Los primeros son los que dogmáticamente creen en las ideas socialistas, son antisistema por definición, detestan al capitalismo y las ideas liberales, justifican en diferentes niveles el caos, la lucha armada y la anarquía como medio de acción política y están felices de haber alcanzado el poder. Los segundos, la gran mayoría, son los pobres y los indignados. Fueron votantes no muy metidos en la política. 

No les importaba la causa de la izquierda, pero estaban altamente indignados por un estado de cosas: la arrogancia y falta de liderazgo del anterior gobierno, la violencia, la corrupción, los precios de los alimentos y el costo de vida, las tarifas de transporte, el desempleo, la falta de oportunidades en educación, y en general, las limitadas opciones para mejorar su vida. A estos los convencieron con el gran eslogan que decía ‘CAMBIO’; les prometieron el cielo y la tierra, y casi 9 meses después, ese cambio solo ocurrió para los de arriba, para Petro, Francia, y sus familias, y para los enchufados Roy, Lizcano, Benedetti, Velasco, y demás lagartos que cambian de bandera política como cambian de ropa cada día. Los mismos que llevan años bailando con los gobiernos de turno. A diferencia de estos, los de abajo, los votantes, los pobres e indignados, la gente en la calle, está cada vez peor. El cambio para empeorar.

Les dijeron: Que no habría clientelismo, pero ha sido un gobierno como cualquier otro, una repartija de la torta con los partidos de siempre, incluso con el Conservador, el de Laureano. A cuestionados polítiqueros les han tocado cuotas en el alto gobierno. La justificación del petrismo es: “necesitamos gobernabilidad”. Y por eso, de la forma más sucia e incoherente, ahora amenazan con echar a los funcionarios de partidos con los que negociaron si no les aprueban sus reformas antitécnicas.

Que no habría corrupción, pero ya hemos visto espantosos escándalos de corrupción con altos funcionarios por contratos en Mindeporte y Prosperidad Social, y con el mismísimo hijo del presidente Petro, el malcriado Nicolás, quien aparentemente recibió plata de mafiosos y megacontratistas en campaña, y que una vez su papá llegó al poder, se dedicó a buscar ministros para ver qué había para él y sus amigos.

Que denunciarían la corrupción viniera de donde viniera, pero han estado mudos y haciéndose los de la vista gorda con los aterradores señalamientos sobre las alcaldías de Medellín y Cali, que son fortines del Pacto Histórico así digan que no. En ambas administraciones hay cientos de miles de millones en riesgo. Si no es que ya están embolatados.

Dijeron que no habría lujos, ni privilegios, ni derroche de recursos, que habría subsidios para superar la pobreza, que la vida estaría barata -y sabrosa-, que habría saneamiento básico y mucho empleo; que no seríamos como Venezuela; que habría paz; que seríamos una potencia mundial de la vida, del turismo y de la ciencia. Hay que difundir y martillar hasta el cansancio los incumplimientos de Petro a sus votantes y por fin dimensionen las proporciones del engaño. En fin, en la siguiente columna explicaré detalles.

@mateocardonah
Mateo Cardona Hurtado – Activista y analista político.