El terror talibán contra las mujeres

@CaroFierroVal en Twitter*

Hace unos días en el Club de Lectura El Erizo, al cual pertenezco concluímos la lectura del libro “Mil soles espléndidos”, de Khaled Hosseini. Recomiendo este libro a ojo cerrado. En él hay una frase triste pero real sobre la situación de las mujeres en Afganistán: “como la aguja de una brújula apunta siempre al norte, así el dedo acusador de un hombre encuentra siempre a una mujer.” Esa es la triste realidad de las mujeres en un país que hoy es el centro de atención por el retorno de los talibanes, o "estudiantes" en lengua pastún, quienes surgieron a principios de la década de 90 en el norte de Pakistán tras la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán. 

La llegada de los talibanes significa el horror y el miedo para las mujeres afghanas pues hoy están en el poder borrando y desapareciendo cualquier espacio conquistado por las mujeres en la sociedad. 

Hasta hace un mes las afganas podían ir a la universidad, ocupar altos cargos políticos, ser periodistas, jueces, integrar las fuerzas de seguridad y practicar deportes especialmente el fútbol.

Hoy en tan solo tres semanas todo esto ha desaparecido y para quienes tenemos la fortuna de ser mujeres en occidente, la situación de las afganas parece una pesadilla de no creer. El miedo hoy está en que vuelva la visión ultraortodoxa de la ley islámica que impedía a las mujeres estudiar o trabajar, salir de casa si no eran acompañadas de un hombre de su familia, o llevar la burka en público. 

La voz de alerta y el desespero aumenta en las mujeres haciéndonos reflexionar en los privilegios de una sociedad donde nos falta mucho por equilibrar, por mejorar y por conquistar como mujeres pero no se compara con el terror que hoy enfrentan niñas y mujeres en las ciudades de Afganistán.

La comunidad internacional debe estar con los ojos encima del régimen talibán quien en teoría prometió respetar los derechos de la mujer, derechos que a éstas alturas del siglo XXI no deberían estar ni en duda, pero tristemente se corre el gran riesgo de perderlos y con ellos ser testigos de un inmenso retroceso inmenso no solo para ellas en Afganistán sino para toda la humanidad. 

*Politóloga