¿Qué es el ‘ransomware’ y por qué nos debería importar a todos?
En los últimos años, el ransomware ha pasado de ser una amenaza lejana y casi anecdótica para convertirse en un actor central del tablero de riesgos globales.
04:42 p. m.
En medio de una inestabilidad geopolítica creciente —marcada por tensiones internacionales y conflictos al alza—, esta forma de ciberdelincuencia se ha sofisticado y hoy representa uno de los principales desafíos para los gobiernos, empresas y ciudadanos del mundo, incluido, por supuesto, Latinoamérica.
Pero ¿qué es el ransomware y por qué debería importarnos? Imagina que un día intentas acceder a los archivos de tu computador y, de repente, te aparece un mensaje: tus documentos, fotos y datos han sido ‘secuestrados’ y solo podrás recuperarlos si pagas un rescate en criptomonedas. Eso es, en esencia, el ransomware: un software malicioso que cifra la información y exige un pago para devolver el acceso. El nombre viene justamente de ransom, que significa ‘rescate en inglés’.
Lo que empezó como ataques aislados, cometidos por oportunistas, ha evolucionado hacia estructuras criminales organizadas y muy especializadas. Hoy, existen grupos internacionales dedicados a desarrollar, vender y operar ransomware como un verdadero ‘negocio’ criminal. Aprovechan contextos de crisis, conflictos o elecciones para multiplicar el impacto, actuando incluso como herramientas de desestabilización y extorsión a gran escala.
Estos grupos no solo cifran los datos: ahora, además, amenazan con publicar información sensible si no se paga el rescate, tanto de personas como de empresas. Es la llamada “doble extorsión”, que agrava el daño reputacional y complica la respuesta de las víctimas. Utilizan tácticas emergentes como el phishing dirigido, el acceso mediante vulnerabilidades en sistemas desactualizados o el uso de colaboradores internos.
En América Latina, el ransomware ha impactado fuertemente a sectores críticos como energía, salud, finanzas y sector público. Países como Brasil, México, Colombia, Argentina y Perú han sido blanco frecuente de ataques destacados, lo que evidencia que ningún sector está exento. El auge de la digitalización y la conectividad, acelerado por la pandemia, ha ampliado la superficie de ataque y expuesto debilidades en la seguridad de muchas organizaciones.
Hoy, los atacantes perfeccionan sus métodos constantemente. Ahora combinan el robo de credenciales, el hackeo de infraestructuras híbridas (IT/OT) y el sabotaje de servicios esenciales. El impacto en infraestructuras críticas —como plantas eléctricas, hospitales o servicios de agua— puede ser devastador, afectando a millones de personas y poniendo en riesgo la estabilidad social y económica.
En este escenario, la ciberinteligencia —es decir, la capacidad de anticipar amenazas y analizar el comportamiento de los grupos criminales— se vuelve fundamental. Pero ningún actor puede enfrentar solo este reto: la colaboración público-privada y el intercambio de información entre países, sectores y expertos son esenciales para prevenir ataques, minimizar daños y responder de manera coordinada.
¿Y es posible protegerse antes esta ciberamenaza? Sí, algunas recomendaciones prácticas, tanto para personas, como para empresas, son:
- Actualizar siempre los sistemas y aplicaciones: la mayoría de los ataques aprovechan vulnerabilidades conocidas.
- Realizar respaldos periódicos de la información crítica para luego almacenarlos en lugares seguros y desconectados.
- Capacitar a los equipos: la concientización es la mejor defensa ante correos o enlaces sospechosos.
- Implementar soluciones de seguridad avanzadas y monitorear las redes en busca de comportamientos anómalos.
- Ante un incidente, nunca pagar de inmediato: es importante consultar a expertos y denunciar el ataque ante las autoridades.
El ransomware es una amenaza invisible pero real y su impacto puede sentirse en todos los niveles de nuestra sociedad. Solo a través de la prevención, la inteligencia compartida y la cooperación podremos reducir sus efectos y construir un entorno digital más seguro para todos en Latinoamérica. Es hora de pasar de la preocupación a la acción.