50 años junto a las ballenas: una historia de resistencia, mar y esperanza
Las ballenas recorren miles de kilómetros cada año. Migran entre continentes, entre estaciones, entre aguas heladas y cálidas.
12:39 p. m.
Hace cinco décadas, el mundo empezó a mirar el océano con otros ojos. A ver en las ballenas no solo a los gigantes del mar, sino a símbolos de una lucha silenciosa por la vida. Desde entonces, protegerlas se ha convertido en una de las causas más poderosas del ambientalismo: no porque estén solas, sino porque cuidarlas es cuidar todo lo que las rodea.
Las ballenas recorren miles de kilómetros cada año. Migran entre continentes, entre estaciones, entre aguas heladas y cálidas. En ese viaje milenario fertilizan el océano, capturan carbono, alimentan la biodiversidad y mantienen con vida lo invisible. Son clave en el equilibrio marino y aliadas fundamentales en la lucha contra el cambio climático.
En Colombia, esta historia tiene un escenario inolvidable: Bahía Málaga. Cada año, entre julio y octubre, este rincón del Pacífico se llena de canto y movimiento. Las ballenas jorobadas llegan a parir, a enseñar, a vivir. Allí, comunidades afrodescendientes las reciben como parte de su identidad y su cotidianidad. Allí también nace la conciencia de que el mar no es solo paisaje: es sustento, historia y futuro.
Pero esta relación está en riesgo. El tráfico marítimo, la contaminación, el ruido submarino y la falta de protección real para sus rutas migratorias ponen en peligro algo que no se puede reemplazar. Y no solo en Colombia. Las ballenas conectan nuestras costas con las de Chile, Argentina, Ecuador y otros países de la región. Lo que ocurre aquí resuena allá. Somos parte de un mismo canto.
Este 2025 se cumplen 50 años desde que el mundo comenzó a alzar la voz para evitar su extinción. No ha sido una tarea fácil. Pero gracias al compromiso de científicos, comunidades costeras, defensores del océano y muchas personas que nunca han visto una ballena en persona, pero sienten que algo profundo se mueve cuando las escuchan cantar, hoy todavía tenemos esperanza.
Las ballenas siguen regresando. A pesar de todo. Y quizás ese sea su mayor mensaje: que la vida insiste, que el equilibrio es posible, que vale la pena cuidar lo que amamos.
Porque cuando protegemos a las ballenas, también nos protegemos a nosotros. Al clima. A las comunidades. Al planeta que queremos seguir llamando hogar.
Para más información sobre amenazas y campañas de protección de ballenas: protegelasballenas.org
Por: Laura Caicedo, coordinadora de Campañas para Greenpeace Colombia