Una campaña presidencial desdibujada

Pobre campaña electoral, caracterizada por pocas ideas y sí muchos agravios y ataques personales.


José Fernando Torres
febrero 08 de 2022
06:17 a. m.
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Aún es pronto para saber quién ganará las elecciones presidenciales pues si bien dos prestigiosas encuestadoras -Yanhaas y el Centro Nacional de Consultoría- dan como ganador a Petro con el 27% de intención de voto, lo cierto es que el porcentaje de votos en blanco es del 19% en Yanhaas y el de No sabe/No responde del 8%, lo que significa que hay un 27% que no indicó cómo votará. Mientras, en la encuesta hecha por el Centro Nacional de Consultoría el voto en blanco es del 11%, el porcentaje de No Sabe/No responde es del 6% y el de quienes no votarán es también del 6%, lo que al sumar da un 23%. Ha de recordarse que, en el pasado, las encuestas hechas tres meses antes de las elecciones daban como ganador a quien finalmente no resultó serlo.

Petro duplica en intención de voto al segundo, Rodolfo Hernández, a quien le dan el 12% y el 14%, respectivamente, muy lejos del resto del pelotón, seguido por Fajardo (entre el 7% y el 6%) y Char (5%). Ingrid cuenta con el 2% según Yanhass, pero el CNC le da el 7%. Candidatos como Oscar Iván Zuluaga, Federico Gutiérrez, Enrique Gómez, entre otros, no salen bien librados en las encuestas, a pesar de que merecen un mejor posicionamiento y requieren definitivamente un buen remezón para subir su intención de voto.

En Colombia la tradición es que los políticos, desafiando la ley de gravedad, caigan para arriba, como ocurrió en el caso de Ernesto Samper y en el mismo de Petro, quien, en lugar de haberse hundido al ser grabado en flagrancia recibiendo dineros en bolsas plásticas, cuyo origen aún no ha sabido explicar, reflota en un neumático que le tendió la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, impulsado con vientos soplados por algunos medios de comunicación.

Poco importa que haya realizado una mala alcaldía o que sus propuestas dejen mucho que desear, o que no se sepa de dónde viene la plata de su campaña, o su identidad ideológica con Chávez y Maduro, que hoy pretende esconder, o su pasado guerrillero impregnado de violencia. El candidato sigue adelante, apoyado por el Gobierno español, la izquierda iberoamericana y, además, ahora ungido con el lavado papal, a instancias del Nuncio Apostólico en Colombia, el argentino Luis Mariano Montemayor, quien, luego de que fuera declarado “persona non grata”.

por el Gobierno del Congo, fue enviado a Colombia a seguir haciendo de las suyas, sin cortapisa alguna.

Algún medio refiere que el Papa le expresó a Petro su deseo de “Que Dios lo acompañe en su cruzada”, manifestación que, de ser cierta, constituye la segunda, clara, descarada e indebida intervención en la política electoral colombiana, con una ignorancia supina acerca de lo que significa verdaderamente la “cruzada” de Petro, impregnada de odio, de lucha de clases, de buena dosis de marxismo y que quiere desconocer los avances que nuestra sociedad ha logrado. Ojalá no esté la Iglesia resucitando las cruzadas de la Edad Media, ahora con otros propósitos pues muchos de sus jerarcas, bajo el manto de la teología de la liberación, se han desviado de su labor pastoral y de guía espiritual para adentrarse en asuntos políticos, como en nuestro medio se ve en los casos de los sacerdotes Francisco de Roux, Presidente de la Comisión de la Verdad, y del Arzobispo de Cali, cuya visión de ciertos problemas de nuestra sociedad nos deja en verdad perplejos. Habrá de recordarse que el Papa recomendó votar sí al plebiscito, pero por fortuna el pueblo colombiano no le hizo caso y confiamos que en esta ocasión tampoco se le haga caso.

Los debates presidenciales realizados poco han servido para conocer las propuestas de los candidatos. La alusión a lugares comunes, como la lucha contra la corrupción, es el plato predominante, y el tono que se esgrime y la frase más ingeniosa son los que al parecer determinan quién es el abanderado de esa lucha y el más exitoso en redes sociales. Nadie se ha tomado el trabajo de explicar por qué no son efectivos los numerosos instrumentos previstos en nuestro ordenamiento legal para combatir la corrupción, en el Código Penal y en otras normas especiales como la expedida con el pomposo nombre de estatuto anticorrupción.

Los debates han sido utilizados para ventilar rencillas personales y para agravios y recriminaciones mutuas, con poca exposición de ideas. El país pudo conocer de primera mano en esos debates sobre traiciones, señalamientos recíprocos de Ingrid Betancourt y Alejandro Gaviria, de aquella contra Petro y de este contra Uribe, no obstante que Uribe no es candidato presidencial. Además, sobre procesos judiciales pendientes de algunos candidatos.

El panorama electoral se enrareció aún más con ataques externos contra uno de los candidatos y contra una prestigiosa senadora, María Fernanda Cabal, quien representa al partido de Gobierno, el cual, dicho sea de paso, curiosamente nunca llegó a ejercer de tal.

Este fin de semana cierta revista, muerta y resucitada varias veces, ahora en cabeza de un nuevo director -acérrimo detractor de Uribe-, hace un relanzamiento valiéndose del “todo vale” y, buscando dar un golpe publicitario, invade la intimidad de la senadora Cabal publicando conversaciones privadas suyas, haciendo caso omiso del derecho a la intimidad, que comprende tales conversaciones, tiene protección constitucional y que el método utilizado enfrenta serios reparos éticos. Para la revista fue más importante lograr el fin que buscaba, incluyendo la generación de una mayor fractura en el partido que llevó al poder al presidente Duque.

El otro ataque viene de las graves acusaciones que ha reiterado Aida Merlano contra el clan Char y Alejandro Char, sin que nadie pueda explicar la razón por la cual ahora, en vísperas de la elección presidencial, salen nuevamente a flote, cuando ha transcurrido, desde que se hicieron públicas hace algunos años, un tiempo más que suficiente para que hubiesen sido esclarecidas por las autoridades judiciales. Estas graves acusaciones, independientemente de que sean o no ciertas, en otros países afectarían en grado sumo al candidato y podrían llevarlo a retirar su candidatura, pero en nuestro país ello no ocurre y Char ya anunció que seguirá adelante.

Al mejor estilo de la revista Hola, las redes sociales han estado más interesadas en conocer el alcance de las relaciones sentimentales entre Char y Aida Merlano y los regalos recibidos por esta, que en conocer si son o no ciertas las acusaciones, que no solo fueron contra Char sino contra el poderoso empresario Julio Gerlein, otrora también beneficiario de los favores de la señora Merlano.

Pobre campaña y pobre el destino que espera a nuestro país si no hay una reacción fuerte para que gane un candidato que defienda la libre empresa y la democracia.

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