El tigre, el delfín y la centro derecha en las encuestas
Mientras el público siga aplaudiendo a los bufones, el país no avanzará: solo dará vueltas en círculos, como un tigre delirante o un delfín extraviado.
08:49 a. m.
Una semana corta, pero salvaje. Marcada por eso que nos conecta con el lado más animal de la naturaleza: la irracionalidad. En la fauna política colombiana hay un tigre suelto —un farsante de derecha— que alimenta a los opositores de izquierda, tan profundos como un charco. Y, al mismo tiempo, un delfín que hace todo lo posible por hundir al centro político. Ambos celebran encuestas y se convencen de que será fácil ganarle a la izquierda. Se equivocan.
¿En qué momento el Movistar Arena dejó de ser un centro de eventos y se convirtió en termómetro presidencial, donde quien lo llena se considera el elegido? Vale recordar que un candidato a la Alcaldía de Bogotá también lo llenó en 2019 y fue el que menos votos obtuvo. El populismo, la puesta en escena ha reemplazado al debate, y el ruido al argumento. Hoy parece que la política se mide por la capacidad de llenar graderías y no por la de llenar vacíos de liderazgo o de ideas. ¿De verdad hay quienes depositan su esperanza presidencial en un showman que se autodenomina “El Tigre”? ¿En qué momento pasamos de Falcao a este insensato?
El candidato de extrema derecha jura defender la patria y la democracia, pero sus rugidos son contradictorios. Promete eliminar a la izquierda, como si la democracia consistiera en borrar al que piensa distinto. Olvida que el disenso no debilita a la democracia: la sostiene. Lo paradójico es que este falso demócrata y Petro se parecen más de lo que aceptarían. Ambos se creen salvadores, invocan la democracia mientras la desprecian y necesitan del enemigo para existir. En apariencia se enfrentan, pero en el fondo se alimentan mutuamente: son dos caras del mismo populismo que reduce la política al ruido y al resentimiento.
Mientras tanto, en el corazón de esta selva, el delfín nada sin rumbo. Al inicio del año fue catalogado como “el más cotizado” del centro, hoy es “el más desprestigiado”. Juan Manuel Galán tuvo la oportunidad de fortalecer al Nuevo Liberalismo con Alejandro Gaviria como cabeza de lista, pero prefirió ceder ante los vetos de Sergio Fajardo y Jorge Enrique Robledo.
Un error político que confirma que el centro colombiano parece enemigo de sí mismo. Incapaz de aprender de sus derrotas, se define más por su fundamentalismo moral que por su vocación de poder. Prefiere perder con “superioridad moral” que ganar con amplitud política. Así, el discurso centrista termina tan dogmático y excluyente como el de los extremos que dice combatir.
En las encuestas, todos se aferran a la ilusión de que “si el candidato de centro pasa a segunda vuelta, gana”. Pero ese “si” es una trampa. Pasar sigue siendo improbable. Desde 2018, Sergio Fajardo solo ha perdido seguidores, votos y credibilidad. Su aliado, Robledo, comparte la misma postura decadente. La frase “la mayoría de los colombianos son de centro” es una lectura cómoda y equivocada: lo que muestran las encuestas no es una conciencia ideológica, sino una indecisión crónica. Esa supuesta “mayoría de centro” es un electorado volátil que el propio centrismo no ha sabido conquistar.
De La Espriella, con su pose de tigre, aparece empatado con Cepeda y Fajardo. ¿Es él el nuevo rostro de la derecha? Sería, sin duda, el escenario ideal para el petrismo. Enfrentarse al autodenominado “Tigre” le permitiría a la izquierda demostrar con facilidad que a buena parte de la derecha le importan más los espectáculos que las ideas, más el ruido que la preparación y menos que nada el respeto por la democracia. Así, mientras unos rugen y otros se hunden, el centro se diluye y el país vuelve a su eterna polarización disfrazada de pluralismo.
La política colombiana está a merced del espectáculo, la contradicción y la mediocridad. ¿Será que estamos condenados a elegir siempre entre los peores? Tal vez la política sea dinámica, como dicen, pero mientras el público siga aplaudiendo a los bufones, el país no avanzará: solo dará vueltas en círculos, como un tigre delirante o un delfín extraviado.