Calma, sí hay con quién… ¡La opción existe!
No es “dialogar por dialogar”, tampoco ponerle acelerador a un proceso que apenas va a iniciar; es poder conversar para construir y no para destruir.
09:15 a. m.
En un país cansado del ruido, de la pelea permanente y de las discusiones que no conducen a nada, hoy más que nunca se impone una certeza: sí necesitamos unión, pero una unión con propósito. No es “dialogar por dialogar”, tampoco ponerle acelerador a un proceso que apenas va a iniciar; es poder conversar para construir y no para destruir. Colombia no necesita otra campaña de gritos, venganzas o agitaciones ideológicas, ¡necesitamos un encuentro serio alrededor de lo que verdaderamente importa!
Pero eso implica recuperar algo que hemos perdido… la capacidad de sostener conversaciones, incluso en la diferencia, ¡sin que eso conlleve anular al otro! Y sí, esa conversación es valiosa, pero debería estar orientada a resolver problemas reales, y no a ser un campo de batalla o la suma de egos de quienes creen que “por fin” es su momento o que “esta sí es la vencida”. Ese diálogo es valiosísimo cuando deja de ser un arma de chantaje para algunos, y se convierte en una herramienta de soluciones para todos.
Hoy tenemos alrededor de 30 precandidatos conocidos y un poco más de 100 aspirantes anunciados. Y esta realidad, lejos de ser una desventaja, es una oportunidad histórica… el país tiene una amplia baraja para escoger con serenidad y con responsabilidad. No estamos condenados a elegir entre los mismos de siempre... ¡Tenemos la posibilidad de votar por la mejor opción!
Pero elegir mejor implica elevar el estándar. Necesitamos no a quien más insulta, sino a quien más suma; no a quien más polariza, sino a quien más convoca; no a quien promete sin sustento, sino a quien es más disciplinado y capaz de escuchar. Necesitamos un liderazgo que entienda que gobernar no es improvisar, sino prepararse; no es dividir, sino unir; y que no es figurar, sino servir.
Y aquí es donde vale la pena decirlo con claridad: entre ellas y ellos, ¡sí hay con quién! Existe un tipo de liderazgo que no nace del escándalo, sino del estudio; que no se apoya en el ataque, sino en los datos; que no busca aplausos, sino soluciones. Identifíquenlo. Un liderazgo para el que el desarrollo no es una consigna abstracta, sino algo concreto: que la gente pueda comer 3 veces al día, vivir sin miedo, tener salud oportuna, un trabajo decente y la posibilidad real de elegir su futuro sin angustias o chantajes.
Ese liderazgo que insista en que para avanzar se necesita seguridad con inteligencia y carácter para vivir tranquilos, en que un Estado debe ser eficiente para combatir la corrupción y convertir cada peso en progreso, en que la protección social no sea una condena al desamparo, sino una oportunidad para salir adelante, y en que la infraestructura y la conectividad son necesarias para integrar al país física y digitalmente. Y sí, es cierto, para lograr eso se necesita disciplina para ejecutar, trabajo en equipo para sumar aún en la diferencia, y escucha para gobernar con las personas y no de espaldas a ellas.
Ese liderazgo que permita recuperar la confianza en que la política también puede hacerse sin padrinos, sin ríos de dinero, sin maquinarias oscuras y sin mentiras; en que se puede avanzar con independencia, verdad y coherencia; en que se puede recorrer el país escuchando desde algo tan común como una flota; y en que la seguridad no se gestiona a punta de discursos, sino con inteligencia, carácter, tecnología y estrategia económica contra el crimen.
El país, que entregarían en el 2026, no se puede arreglar con arengas ni con nostalgias del pasado. Se debe reconstruir con trabajo, con evidencia, con respeto por la diversidad y con una visión de largo plazo. Se reconstruye con personas que comprendan que la política es, ante todo, un acto de servicio y de responsabilidad.
Pero ojo, ninguna unión será eficiente y valerosa si el objetivo de los aspirantes es destruir al otro, o reducir o demeritar al contrincante que luego debería ser aliado; hay que encontrar propósitos necesarios, narrativas comunes y relatos que sumen. Ya comenzó la radicación de firmas de quienes se inscriben por grupos ciudadanos, y el cierre de inscripción de candidaturas presidenciales irá hasta el 13 de marzo del 2026. Las encuestas recientes (también las del 2021, el 2017 y otras tantas) nos indican que esto acaba de iniciar… Llegó la hora de revisar a cada uno, de escucharles, y sí, debe hacerse con calma, el país no aguanta otro error de 4 años más.
Si como electores dejamos de premiar el escándalo, el odio y la confrontación estéril; si empezamos a valorar la seriedad, el carácter, el rigor técnico y la capacidad de unir; si entendemos que elegir gobernantes no es un acto de revancha, sino la posibilidad de construir, entonces el país va a reconocer con naturalidad que sí hay con quién.