Petro: “Qué Ucrania ni qué ocho cuartos”

Mientras el mundo civilizado contempla, horrorizado, la cruenta invasión de Rusia a Ucrania, el candidato Petro muestra su indolencia frente a ella.


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José Fernando Torres

marzo 08 de 2022
06:00 a. m.
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La frase “Qué Ucrania ni qué ocho cuartos” la pronunció el candidato presidencial Gustavo Petro al referirse a la guerra entre Rusia y Ucrania. Mientras el mundo civilizado contempla, horrorizado, la cruenta invasión de Rusia a Ucrania, Petro despectivamente se refiere a ella.

Mientras el mundo contempla estupefacto la guerra, el candidato Petro lanza su muy desafortunada frase, merecedora del repudio de toda la sociedad, incluidos líderes políticos y dirigentes, y no solo de unos pocos. Semejante exclamación ilustra con creces el talante y la personalidad de quien la produjo, pero el silencio frente a ella muestra también los temores de muchos de los llamados a ejercer influencia en la sociedad, quienes prefieren guardar conveniente silencio frente a quien las encuestas -esas que en el pasado se han equivocado- dan lugar como ganador de la contienda presidencial.

No se puede permanecer impávido frente a las atrocidades que muestra la invasión a Ucrania. No se puede no ser solidario con el sufrimiento de un pueblo. Colombia ha demostrado, por ejemplo, su solidaridad con el pueblo venezolano y el Presidente Duque, con razón, expresó su desacuerdo con la invasión de Rusia a Ucrania. Además, Rusia viene brindando al régimen de Maduro apoyo en distintos frentes, incluido el militar mediante el suministro de armas, helicópteros, aviones, equipos de defensa antiaérea, misiles, fusiles, municiones, drones, tecnología, entrenamiento y radares, algunos colocados en la frontera con Colombia, los cuales -se dice-, tienen capacidad de escuchar conversaciones en una extensa área y de interceptar las conversaciones de WhatsApp, todo lo cual obliga a Colombia a estar en permanente alerta para no dejarse sorprender.

Un político decente no puede, francamente, expresarse de esa forma respecto de Ucrania. Así no se construye paz social, que se predica, pero no se practica. La indiferencia e indolencia mostradas por Petro ante el sufrimiento del pueblo ucraniano ojalá no responda a afinidades ideológicas con Putin o a un deseo de parecérsele. Esa indolencia se suma a su falta de comprensión del impacto que en Colombia tiene la guerra. Colombia importa trigo, maíz y urea de Ucrania, esta última en importantes cantidades, por lo cual la guerra tendrá efectos en Colombia.

El mundo ha sido testigo de cómo Rusia, bajo el mando de Vladimir Putin, en su afán de someter a Ucrania a sus designios ordenó una invasión y lo hizo, además, sin parar mientes en la forma como aquella se realizaría. Las imágenes que transmiten los medios de comunicación y las redes sociales son fiel testimonio de que las fuerzas militares rusas no han vacilado en atacar y en destruir objetivos de toda índole, no solo militares sino también civiles, incluidos edificios de apartamentos, hospitales, escuelas, aeropuertos, entre otros, con una secuela de muertes de civiles de todas las edades. En su tsunami

de destrucción Rusia se ha valido también, según fuentes internacionales, de bombas no permitidas por la Convención de Ginebra.

Algunos analistas quieren explicar la guerra como la respuesta de Putin a una política expansionista de la OTAN. Otros, como producto de la política imperialista y expansionista de Putin o de una locura de este, quien no mide las consecuencias de una eventual guerra nuclear. Otros más buscan explicaciones históricas sobre las relaciones entre ambos países. Más allá de esas explicaciones, lo cierto es que Rusia se apartó del compromiso que asumió como Estado miembro de las Naciones Unidas y violentó el principio de la libre determinación de los pueblos.

La Carta de las Naciones Unidas estipula entre sus Propósitos y Principios los de (i) mantener la paz y la seguridad internacionales y (ii) fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, debiendo abstenerse de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con dichos propósitos.

Justamente la violación por parte de Rusia de la Carta de la ONU y de la Convención de Ginebra le ha aparejado una condena por la Asamblea General de las Naciones Unidas y la apertura por la Corte Penal Internacional de una investigación por crímenes de guerra, lo que no es poca cosa.

Paralelamente, el mundo ha sido también testigo de la heroica resistencia del pueblo ucraniano para no sucumbir ante el paso destructor de las fuerzas militares rusas, inspirado en su decisión de no verse sometido a Rusia, de mantener su independencia y de preservar sus libertades, esto es, de obrar conforme al principio de la libre determinación de los pueblos, como reza la Carta de las Naciones Unidas.

Volodymyr Zelenski, un nombre quizás hasta hace poco desconocido para muchos, ha dado al mundo una lección de valor, valentía, decoro y dignidad al frente de Ucrania, el país del que es Presidente. Él optó por dejar de lado y rechazar el camino fácil que Estados Unidos le ofreció a él y a su familia de sacarlos de Ucrania sanos y salvos, para afirmar que “necesitamos armas, no un aventón” y por inducir con fuerza y decisión al pueblo ucraniano a resistir con lo que tenga a su alcance y a estar preparados para apoyar a Ucrania.

Conocedor de los riesgos a los que está expuesto, que se han traducido hasta ahora en no menos de tres intentos de asesinato -por fortuna no cristalizados-, ha acometido la defensa del pueblo ucraniano con decisión y liderazgo, sobreponiéndose a peligros y a los temores que sin duda suscita el accionar ruso.

Zelenski ha mostrado ser un líder digno. Se ha comportado como los guerreros de antaño, al frente de la batalla. Es algo así como David enfrentando a Goliat y por ello ha merecido y ganado con creces el respeto de la comunidad internacional. Ha demostrado decoro, honra y pundonor y que no desempeña papel alguno de comediante, rol que ocupó sus primeros años de actividad profesional, antes de convertirse en presidente.

La lección inspiradora de valor, dignidad y decoro que al mundo ha dado el presidente de Ucrania debe ser aprendida por nuestra sociedad, en todos los estamentos, particularmente por nuestros dirigentes políticos, muchos de los cuales de lo que han dado ejemplo es precisamente de lo contrario. Guardar ominoso silencio cuando se conocen apoyos políticos de personas seriamente cuestionadas o se incluyen en las listas a cargos de elección popular, basar la campaña en mentiras, calumnias y falsas promesas, romper compromisos estipulados -el “todo vale”-, pretender erigirse en faro moral cuando se fue elegido con dineros del narcotráfico, hacer del engaño y del incumplimiento de la palabra empeñada una forma de gobernar son apenas unos pocos ejemplos de ello.

Escoja bien en esta contienda presidencial.

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