Apagón en Colombia: qué pasaría si retrocede la energía hidroeléctrica
Colombia vuelve a enfrentar el fantasma del apagón: la alta dependencia de la energía hidroeléctrica y los retrasos en nuevos proyectos amenazan la estabilidad del sistema eléctrico.
Jarith Muñoz
12:30 p. m.
La visita a la central de Guatapé (epicentro del apagón de 1992) permite entender cómo una falta de lluvias y la ausencia de respaldo térmico dejaron al país a oscuras por 11 meses.
Tres décadas después, expertos advierten que cualquier falla, fenómeno climático o decisión política que reduzca la generación podría repetir la historia.
Cómo funciona la generación hidroeléctrica en Colombia
La energía eléctrica es el motor de prácticamente todas las actividades humanas. Desde las industrias hasta los hospitales, todo depende de un suministro continuo y estable. En Colombia, las centrales hidroeléctricas han sido históricamente la fuente principal: este año han aportado cerca del 85% de la energía consumida. El embalse del Peñol, que alimenta la central de Guatapé, es un ejemplo de cómo una gran masa de agua puede almacenar la energía potencial suficiente para garantizar el suministro incluso en temporadas sin lluvia.
En este sistema, el agua desciende desde torres de captación a través de túneles y tuberías que impulsan turbinas de gran tamaño. Estas turbinas, acopladas a un generador, producen la electricidad que se distribuye al Sistema Interconectado Nacional. Sin embargo, este proceso depende directamente del nivel del agua y de la estabilidad climática.
Guatapé y las causas del apagón de 1992
En 1992, Colombia enfrentó una de las crisis energéticas más profundas de su historia: el apagón que se extendió por más de 11 meses. La sequía causada por el fenómeno de El Niño redujo drásticamente el nivel del embalse del Peñol. Los remolinos en las torres de captación eran una señal clara de que el agua estaba descendiendo a niveles críticos.
El principal riesgo era que entrara aire en las tuberías, generando vórtices que podían causar daños severos. En cuestión de semanas, las ocho turbinas de Guatapé tuvieron que apagarse progresivamente. De los 560 megavatios que entregaban al país, la central pasó a producir la mitad, hasta llegar a un punto en el que, con apenas un metro de lámina de agua, fue necesario suspender por completo la generación.
El problema se agravó porque las plantas térmicas (que debían servir como respaldo) no estaban listas. El país quedó sin su fuente de energía más abundante y barata, y la transición a otras tecnologías aún era incipiente.
El nuevo modelo energético y la diversificación de fuentes
Tras la crisis, Colombia adoptó un modelo energético más robusto. Las leyes de 1994 fomentaron la competencia entre empresas públicas y privadas, establecieron reglas claras de sostenibilidad y ampliaron la capacidad instalada. El país pasó de 103 a 298 agentes entre generadores, transmisores y comercializadores.
La cobertura eléctrica aumentó del 75% al 96%, y la producción subió de 8 a 21,9 gigavatios hora. Hoy, la matriz energética incluye 67% de hidroelectricidad, 19.4% de termoeléctrica a gas natural, 7.9% de solar, 7% de combustión de carbón y 5.4% de eólica y biomasa.
¿Puede Colombia enfrentar otro apagón? Riesgos y advertencias
Aunque el país ha avanzado de forma notable, el riesgo no ha desaparecido. Fenómenos climáticos, decisiones políticas, retrasos en nuevos proyectos o fallas operativas podrían reducir la generación total y volver a activar la alerta de un apagón.
Once países de la región han sufrido cortes recientes por escasez de fuentes o transiciones aceleradas sin respaldo confiable. España y Portugal vivieron este año un episodio crítico por la misma razón.
Colombia depende fuertemente del agua, y cualquier retroceso en el fortalecimiento hidroeléctrico, combinado con demoras en la incorporación de nuevas tecnologías, podría traer de regreso un fantasma que el país conoce bien.
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