“Se puede vivir bien sin acabar con todo”: Brigitte Baptiste explica la teoría de decrecimiento y sus alcances

Toda una polémica se desató tras las palabras de la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, acerca de la idea de decrecimiento económico y mitigación del cambio climático, durante el Congreso Nacional de Minería, celebrado en Cartagena el pasado 1 de septiembre.

La ministra aseguró que es necesario que “los países empiecen a decrecer sus modelos económicos”, declaración que causó revuelo, pero que, bajo la mirada medioambiental, propende a buscar modelos económicos más sostenibles que procuren el cuidado de la biodiversidad y los ecosistemas.

Para algunos expertos la propuesta puede parecer algo utópico, sin embargo, desde un punto de vista ambiental, el decrecimiento económico es cuestión de educar a las personas para que puedan vivir bien disminuyendo su impacto sobre el planeta.

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En relación con lo expresado por la ministra Vélez, quien más tarde señaló que en Colombia no habría posibilidad de decrecer mientras no se cierren las brechas de desigualdad sociales y económicas, consultamos con Brigitte Baptiste, bióloga y rectora de la Universidad EAN, sobre las implicaciones que tendría la adopción de un modelo de decrecimiento en el país.

¿Qué es el decrecimiento económico?

En palabras de Baptiste, el decrecimiento económico es un modelo que busca disminuir el nivel de consumo de recursos y servicios provistos por los ecosistemas, adoptado como una “crítica al consumismo y al desperdicio que son los elementos centrales de la crisis ambiental en este momento”.

Dicha teoría está basada en la idea de que no todos los seres humanos manejan los mismos niveles de consumo pues, especialmente en los países industrializados este tiende a ser mucho más alto. Por tanto, la bióloga señaló que el principal problema de esta propuesta es la concepción global, mediante la cual se piensa que “todos los seres humanos aspiramos a tener esos niveles de consumo, lo cual no es cierto”.

La diversidad cultural y los modos de vida que existen a lo largo y ancho de la tierra son muy distintos, hay modelos éticos y técnicos que hacen que entendamos que no queremos ni podemos vivir como vivirían estas sociedades extremadamente ricas. Incluso en estas sociedades, hay mucha gente que sabe que no es apropiado tener ese nivel de impacto sobre los ecosistemas, lo cierto es que la humanidad ha causado una transformación muy grande en el planeta, ha desplazado la biodiversidad de la cual dependemos y por eso, en contraposición a la idea de solo decrecer, se está planteando la idea de una economía regenerativa.

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Para Baptiste, este modelo se trata de educar y mostrar a las comunidades que “se puede vivir bien sin necesidad de empeorar las condiciones de cambio climático y destrucción ambiental”.

¿Qué implicaciones tendría en Colombia?

La bióloga explicó, además, que para Colombia este modelo tendría éxito si se plantea desde el bienestar y la convivencia con la biodiversidad, aun cuando resulta complejo determinarlo como una política de Estado sin definir cómo y a quién aplicaría.

Trabajar menos, por ejemplo, es uno de los principios del decrecimiento: trabajar menos y disfrutar más, pero eso implica en un modelo de mercado consumir menos, y eso también conlleva a producir menos bienes y servicios.

Sin embargo, Baptiste expresó que en el país “es posible vivir muy bien sin necesidad de acabar con todo”.

Entretanto, en relación con la transición energética que ha sido uno de los puntos clave de las propuestas del nuevo Gobierno, la experta indicó que está estrechamente ligada a la idea de decrecimiento, en la medida que se entienden los límites de disponibilidad energética dispuestos para cada persona y que deberían estar fundamentados en la sostenibilidad.

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Colombia es un país con niveles de conservación de la biodiversidad relativamente buenos, con todo el potencial para encontrar el equilibrio en términos de bienestar y uso de recursos, así que la transición es, probablemente, la política más importante para encontrar ese nivel satisfactorio para los y las colombianas sin devastar el país.

Finalmente, Baptiste coincidió con la idea de que se puede “vivir mejor dañando menos”, resaltando que, aunque la idea es polémica frente a un congreso de minería, vale la pena replantear algunos hábitos con el fin de mitigar los daños causados al planeta.

Coincido en que todos los colombianos deberíamos preguntarnos: ¿necesito esto?, y al mismo tiempo ser solidarios con aquellos que no pueden responder esa pregunta porque no tienen los elementos mínimos para poder ser ciudadanos activos.