El ocaso de una tradición: el Salón Málaga, del tango al silencio sepulcral
En Medellín la crisis golpea al Salón Málaga, un tradicional bar de tango y música vieja que se ha convertido en patrimonio paisa y en un lugar que ningún turista se quiere perder.
Noticias RCN
11:00 a. m.
Con los ojos empañados de nostalgia, César Arteaga respira profundo y saca fuerzas para expresar un dolor que lleva dentro. El bar, creado y forjado por su papá en 1957, agoniza.
Se trata del Salón Málaga, un tradicional rincón del tango, del recuerdo y la añoranza. Una vibrante casa musical considerada patrimonio del centro de Medellín y que, por culpa de la pandemia, atraviesa su peor crisis en 63 años.
“Hemos visto ese ruego en la clientela, en los amigos del Málaga, de que el Málaga no se puede acabar”, asegura César.
Sus asiduos visitantes, enamorados, despechados, tertuliadores y bohemios, ahora ausentes, expresan su pesar.
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Medellín, la tierra que vio morir a Carlos Gardel en 1935, es reconocida por su pasión por el tango y el Málaga rinde homenaje permanente al zorzal criollo y a las leyendas de esa música argentina que pone a vibrar a melómanos de todas las generaciones.
“El Málaga es muy sencillo. Es un lugar que se detuvo en el tiempo, es el lugar del encuentro generacional”, añadió el dueño del lugar.
Foto: Facebook Salón Málaga
Pero quien siente más dolor e incertidumbre es Gustavo Arteaga, el fundador. Por su edad, 87 años, hoy está resguardado y a la espera de que pase el temporal.
Sus hijos lo han llevado en varias ocasiones al bar para buscar algo de consuelo. Allí, con su colección musical, desempolvando el pasado; ha recargado energías y no ha parado de soñar con la supervivencia de su creación.
“Cuando lo hemos logrado traer, con todos los protocolos, a que él programe esa música, le vemos esa felicidad de poder estar acariciando nuevamente sus discos en 78”.
Los 14 empleados fijos del Málaga están en la casa. Los 25 cantantes que engalanan cada semana el escenario y los bailarines que deleitan con su elegancia y cadencia a los clientes, también están con sus voces y pasos en suspenso.
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Quedan pocas palabras y a César, heredero de la pasión y como perdonando estos malos tiempos, se le viene a la mente “Nadie me espera”, canción interpretada por la célebre tenor mexicana Margarita Cueto, como una manera de mantener viva la esperanza de que este salón abra de nuevo.
“Unos se van y vuelven y al regreso se encuentran en el punto de partida, una voz que les da la bienvenida con un abrazo o con la miel de un beso. Es el estar una mamá o estar alguien esperándolo a uno siempre”, finalizó César.
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