Luego de 32 años de búsqueda, mujer se reencontró con su hijo robado

Jonathan Jiménez jugaba en el antejardín de su casa en el barrio Minuto de Dios una tarde del año 1988. Corría con su hermano sin saber que ese día sería la última vez que jugarían juntos.

Un hombre pasó por el frente de la vivienda le ofreció a Jonathan que fueran a la tienda y compraban dulces. El extraño caminó con el niño y jamás lo volvieron a ver.

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Juan, su hermano, observó lo que pasaba desde la ventana, pero tuvo miedo de llamar a su mamá. Cuando reaccionaron ante la ausencia ya era tarde. Jonathan había empezado un viaje que duraría más de tres décadas.

“Estaba el niño jugando ahí afuera cuando de pronto desapareció. Empezamos a buscarlo por todo el barrio, por un lado, por otro y no aparecía”, relató Ana Jiménez, madre de Jonathan.

El miedo se apoderó de Ana. Quien se había robado al niño era muy cercano a ella. “La persona que se lo llevó era el padrastro”.

Agotó sus posibilidades de búsqueda. Detectives privados, conocidos del padrastro quien había robado a Jonathan y diferentes esfuerzos con autoridades, pero el rastro no aparecía.

“Yo no sabía lo que pasó conmigo. Sabía que estaba adoptado en Noruega, pero era lo único. Toda mi vida tuve muchas preguntas sobre lo que pasó”, asegura Jonathan.

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Juan, su hermano, el segundo de la familia; estudió muy dedicado para lograr salir de Colombia y rastrearlo, pero sin la menor idea por dónde buscar.

Llegó a Miami y allí aplicó con un laboratorio por un kit de ADN sin saber que al otro lado del planeta Jonathan hacia lo mismo.

“Hice una prueba de ADN, mi hermano hizo la misma prueba y tuvimos un ‘match’. Recibí un correo que habían encontrado una persona que es tu medio hermano. Quería buscar a mi familia también, pero todo el mundo me dijo que era imposible”

El ADN presentaba en sus muestras coincidencia genética y con ello la puerta del milagro y la fe. Juan había encontrado a su hermano que vivía en Noruega.

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Enseguida se lograron comunicar vía email y ante la incredulidad de ambos el tiempo les confirmó que sí. Sí eran hermanos.

“La primera vez que supe lo que en verdad pasó fue cuando hablé con mi hermano por primera vez” asegura Jonathan.

En enero de 2021 por fin llegó el reencuentro de una familia en Bogotá que siempre le guardó su lugar en el hogar, un momento que unió dos países, dos culturas y dos corazones.

La cuadra de la casa de la familia Jiménez era un carnaval. Jonathan llegó en chiva y a sus pies un tapete rojo como si fuera una estrella. Allí, después de 32 años, madre e hijo se fundieron en un solo abrazo.

“Era una experiencia muy rara para mí. Es que la reunión era un carnaval, música, globos, familia, vecinos, súper chévere (…) fue imposible no llorar y sentirse feliz porque yo vi que eso es algo muy impactante para ella y obvio para mi también conocer a mi mamá, era el sueño de toda mi vida”.

Por fin después de 32 años de tristeza y tantas jornadas de búsqueda, Ana y Jonathan lograron reunirse y esta vez las lágrimas fueron de alegría.

Wilder Méndez - NoticiasRCN.com