La unidad de gestión del riesgo se rajó con Mocoa

De nada sirven anuncios y anuncios de ayuda si los recursos no se transforman en obras.


Carolina Fierro
abril 04 de 2022
06:00 a. m.
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Por: Carolina Fierro*

@CaroFierroVal en Twitter

El 1 de abril de 2017 los ríos Mocoa, Mulato y Sangoyaco se desbordaron dejando 330 muertos, 400 heridos, 71 desaparecidos y 1.300 damnificados.

Como siempre, al momento de la tragedia se creó una gran ola de solidaridad y cadenas de ayuda para sobrepasar los primeros días de angustia de los habitantes. Sin embargo, conforme pasan los meses parece que la tragedia entrara en un olvido no solo por la opinión pública sino por quienes más debían estar atentos a la reconstrucción: el gobierno nacional, el gobierno local, actores políticos y los organismos de control.

Tanto la Contraloría como la Procuraduría alertaron el año pasado sobre los retrasos. Pero de ahí no se pasa. ¿eso es todo? ¿Alertar? ¿Estar molestos y preocupados como lo manifestó la procuradora Margarita Cabello en su visita a Mocoa en noviembre del año pasado? ¿Por qué estas obras a pesar de tener presupuestos asignados, convenios firmados y toda la tramitología necesaria para su desarrollo llegan a cumplir años y años sin terminar?

Es cierto que la pandemia retrasó cientos de obras, al igual que las protestas y paros del 2021. Sin embargo, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, es todo menos ejecutora y eficiente. A pesar de tener dentro de sus objetivos el impulsar acciones para mejorar la eficiencia en la preparación para la respuesta y recuperación post desastre y apoyar la atención de emergencias eficientemente e implementar medidas para su reconstrucción efectiva, con el caso de Mocoa se rajó.

No puede ser que 5 años después sigamos asistiendo al asombro de los organismos de control sin que nada pase. Los Congresistas elegidos por votantes en ese departamento, los funcionarios nacidos en Putumayo, las ONG´s que trabajan en esta zona, sociedad civil debieron alzar su voz hace años para pedir la celeridad de las obras.

La presión mediática en tiempos de hiperconexión puede ser un buen mecanismo para exigir avances. Pero parece que, en este caso, tanto gobierno como sociedad se quedó dormido en la reconstrucción de la capital de un departamento del país.

De nada sirven anuncios y anuncios de ayuda si los recursos no se transforman en obras. Lamentablemente este no es el único caso de reconstrucciones post eventos climáticos en Colombia. Como este otros eternos como Gramalote y hasta el momento San Andrés.

Ya es hora de que nos pongamos las pilas en no acostumbrarnos a que del anuncio a la realidad pasen años y años sin concretar nada.

*Politóloga.

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