¿Cómo la nueva derecha en Colombia puede recuperar el poder?
La derecha en Colombia se acostumbró a gobernar y en su zona de confort, a diferencia de otras derechas en el mundo.

Soy de derecha en lo que se refiere a mis ideas políticas y en esta oportunidad, para sorpresa de algunos, no hablaré sobre el pésimo gobierno de izquierda que tenemos en Colombia, en cambio, como parte de la derecha, quiero hacer un ejercicio de introspección y encontrar esos elementos que se pueden mejorar dentro de la línea política a la cual pertenezco, hoy cuando en Colombia, el liderazgo de la derecha es cuestionado.
Ser de derecha en Colombia, algunas personas lo asocian con ser retardatario, anti-progreso, anquilosado, algunos otros tienen recuerdos de episodios de corrupción o clientelismo, asociadas a una de tantas noticias sobre algunos miembros de partidos de derecha que cometieron errores en contravía a los principios de sus partidos. Cuando sabemos que la corrupción no es monopolio de la derecha y por el contrario, los casos también se presentan en las colectividades de todos los espectros de centro e izquierda.
Otros cuando les cuentas que eres de derecha, inmediatamente te etiquetan como militante del Centro Democrático, Conservador o que eres uribista. A la hora de definir qué es simpatizar con la derecha, me quedo con la frase del filósofo inglés conservador, Sir Roger Scruton: “Las personas de la derecha no se identifican como tales, no como parte de un grupo. Simplemente nos aferramos a las cosas que amamos”. En realidad ser de derecha es estar apegados sentimentalmente a las cosas que amamos y queremos proteger contra el caos y aquellos que nos identificamos con ello, debemos trabajar por mejorar la imagen de la derecha con ideas y propuestas nuevas.
La situación política del país a partir del 2022, no fue un hecho aislado, sino un acumulado de frustraciones de la población respecto a los gobernantes de turno anteriores, en su mayoría de derecha. El 2022 ha sido quizás el punto más bajo en la caída de la hegemonía de la derecha que por siglos fue quien puso presidentes y decretó el día a día del ciudadano de a pie.
Hoy partidos como el Conservador, de inclinación fuertemente de derecha, se alían con un gobierno de izquierda olvidándose de sus máximas y principios a cambio de burocracia ¡qué desilusión! Algo que, hay que admitir, sí tuvo la izquierda que nunca co-gobernó o participó en los gobiernos de derecha.
La derecha en Colombia se acostumbró a gobernar y en su zona de confort, a diferencia de otras derechas en el mundo, atrajo a algunas elites criollas regionales de naturaleza feudal o premodernas que aprovecharon el uso del Estado para su beneficio y por algunos de esos casos aislados, la mala reputación se ha asentado en la cabeza de los actuales líderes y simpatizantes de la derecha.
La crisis de la derecha, no es un pecado de la derecha en sí, sino más bien un conjunto de variables entre ellas, la relacionada con algunas manzanas podridas en las elites que enarbolaron sus banderas; egoístas, clientelistas y corruptas y que debe revisarse y solucionarse antes que sea demasiado tarde y se dé vía libre para que la izquierda continúe en el poder y se amañe en el mismo, como es el caso de nuestros vecinos en Venezuela. Necesitamos un equilibrio de poderes en una sociedad en donde la izquierda cada vez posiciona su discurso en medios digitales (hoy los medios masivos) trayendo caos, inseguridad, destrucción de los principios y valores que hemos defendido como sociedad.
Sin lugar a dudas, necesitamos una nueva derecha. “La Nueva derecha debe ser juvenil, políticamente incorrecta, popular, votada por las clases más populares y solidaria internacionalmente”, menciona Agustin Laje en un podcast que vi recientemente en Youtube, mientras su entrevistador sarcásticamente le replica que parece que estuviera hablando de la izquierda y si, para pasar esta crisis, hay que reinventar a la derecha, no podría estar más de acuerdo con Laje. No se trata ahora de convertirse en su némesis sino de reconocer “al césar lo que es del césar” y aceptar que la izquierda hizo algo bien para recoger el apoyo que necesitaba de los votantes para hacerse con el máximo cargo de la Nación y eso fue: conectarse con la juventud, ser popular y solidaria internacionalmente.
La solución no solo debe tratar de replicar discursos de odio, sino en atraer al electorado joven, en generar mayor empatía con las clases populares, como lo hizo la derecha americana con Trump o la derecha anglosajona con el Brexit. La solución no puede reducirse a que políticos de derecha, algunos ya entrados en edad, gasten millones de pesos en publicidad, llenándose de “pueblo”, quizás apareciendo como influencers en un TikTok con blue jeans o hoodies. Tampoco los delfines o jóvenes activistas de Twitter que no estén dispuestos a “untarse de pueblo" y mucho menos los políticos que pretendan encerrarse en las realidades nacionales sin mirar lo que está pasando en el mundo con el globalismo y la toma ideológica de las instituciones multilaterales, necesitamos unirnos con los simpatizantes de derecha de otras latitudes.
Acá lo que hay que hacer es algo quirúrgico, “volver a nacer” como le diría Jesús a Nicodemo o bien lo diría el filósofo chileno Hugo Herrera “mientras la derecha no reconstituya su discurso y lo dote de la sofisticación requerida para comprender los difíciles tiempos que corren, no recuperará presencia en en las estructuras de poder” porque o si no por más errores que pueda cometer la izquierda en Colombia en su primer gobierno, puede perpetuarse en el poder de no tener una derecha renovada.
@alvaronarvaezr
Economista, empresario

Álvaro Narvaez