Hay que levantar este país
Ayer, con un inmenso dolor, le dimos el adiósfinal a Miguel. Su legado se honrará cumpliéndole su principal sueño de una Colombia segura, para que nadie más tenga que repetir su historia.
10:30 a. m.
El asesinato de Miguel Uribe tocó el corazón de los colombianos, incluso de aquellos que dicen ser apolíticos. Porque más allá de las ideologías, el dolor radica en cómo se está intensificando la violencia en nuestro país. En ver cómo la seguridad se desvanece. En observar con tristeza el descenso de nuestra nación.
Miguel fue un luchador. Me sorprende que, habiendo perdido a su mamá, decidió meterse a la vida pública. Pocos tienen la valentía de insistir en la búsqueda de un país más justo, cuando fue precisamente la violencia que allí abunda, la que le arrebató quizá lo más amado de este mundo: la presencia de una madre. ¡Se necesita coraje para tan tremenda hazaña! Porque no escogió el camino de la venganza, sino el de la razón solidaria para que ningún otro colombiano viviera lo mismo que él.
Recibí ayer un mensaje de un gran amigo que me conmovió el corazón y avivó mi motivación por honrar el legado de Miguel. A pesar de su voz adolorida, me dijo con cierta esperanza: “hay que levantar este país”. Y no puedo estar más de acuerdo. Si algo quería Miguel era tener una Colombia segura, próspera y justa. Ahora debemos ser nosotros quienes tomemos sus banderas y luchemos por ello.
La enorme tristeza y el profundo dolor me llevan a reflexionar que tenemos que perseverar por el bienestar de nuestro país, así como nos lo demostró Miguel.
Debemos trabajar en la educación. Para que los niños y jóvenes desarrollen su capacidad de pensar y no sean convertidos por los criminales en sicarios, sino por los profesores en ciudadanos honorables dentro del aula de clases.
Nos toca trabajar por la seguridad. Para tener la tranquilidad de hablar en público sin el miedo de ser asesinado por la espalda por el simple hecho de pensar diferente. Pues solo así llegaremos a una mejor calidad de vida, sabiendo que la justicia nos protege. Tenemos que trabajar en cultura ciudadana. Para aprender a respetar a los otros, a su forma de pensar, sin importar su origen o ideología. Para entender que la diversidad promueve el desarrollo y la vida civilizada un mejor bienestar para todos.
Y sobre todo trabajar por la paz que tanto necesita Colombia. Por el fin de la violencia que tantas familias ha destrozado. Por el fin de las disputas sin sentido que acaban con seres humanos. Por el fin de la soberbia política que solo conduce a un abismo de desilusión. Simplemente luchar por una Colombia libre de violencia y fuerte en esperanza.
Si Miguel, habiendo sido asesinada su madre, se levantó para brindarle una mejor Colombia a sus hijos, también nosotros tenemos la responsabilidad de batallar por la paz de nuestra patria.
Porque en Colombia no puede haber espacio posible para que un papá deba enterrar a su hijo, para que una esposa vea partir a su marido sin regreso… para que un niño crezca sin su padre.
Me dueles Colombia, pero no estás sola. Acá está tu pueblo que, honrando al guerrero de Miguel, trabajará siempre por darte un futuro mejor.
Descansa en paz, querido Miguel.