Más de 30.000 mujeres mueren al año por abortos inseguros, debido a la represión en Afganistán
Menos de la mitad de su población femenina tiene acceso a métodos anticonceptivos, que frenen las prácticas arcaicas en situaciones de agobio.
Noticias RCN
08:24 p. m.
Apenas un tercio de las mujeres en el mundo tiene acceso a procedimientos de interrupción del embarazo seguros y regulados por sus países de residencia.
En consecuencia, la ONG Center for Reproductive Rights estima que, al año, 39.000 mujeres pierden la vida al practicarse ellas mismas o bajo condiciones inaceptables un aborto.
Es el caso de incontables mujeres en Afganistán desde que los talibanes regresaron al poder en 2021, cuando tropas estadounidenses se retiraron del país, ubicado en el corazón de Asia Central.
Golpes en el vientre, brebajes con plantas tóxicas y medicamentos con contraindicaciones
Una investigación realizada, durante meses, por la agencia de noticias AFP encontró que las mujeres afganas en situación de pobreza extrema han recurrido a métodos bárbaros con tal de no tener que alimentar otra boca o soportar el descontento de su pareja.
A sus 22 años, Mariam (nombre acordado con la AFP para proteger su identidad) se sometió a un aborto que, aún hoy, tiene consecuencias en su organismo:
"Mi madre contactó con una partera, pero le pidió demasiado dinero; así que mi madre me llevó a casa y me aplastó el vientre con una piedra muy pesada. Grité y empecé a sangrar. Fui al hospital y me dijeron que el embrión había desaparecido. Ahora estoy deprimida y tengo dolores de estómago constantes".
Su caso, aunque resulta impresionante, no es aislado. Bahara, de 35 años y con cuatro hijas, recibió órdenes estrictas de su marido de deshacerse de otro bebé que venía en camino. Entonces, compró un brebaje de una planta “muy peligrosa” y lo tomó tras recibir una respuesta negativa cuando buscó ayuda en un hospital.
"Les dije que me había caído, pero sabían que estaba mintiendo porque no tenía marcas en el cuerpo. Se enojaron, pero no me denunciaron", comentó, en un contexto en el que las mujeres no pueden estudiar la secundaria, universidad o buscar un trabajo.
Su situación es similar a la de Nesa, también de 35 años, pero con nueve hijos. Al quedar embarazada sabía que su esposo la echaría de la casa. Buscó ayuda en un hospital de la región, pero al obtener un “no” como respuesta tomó medicamentos para la malaria, con contraindicaciones para el feto:
"Le rogué a una clínica que me ayudara. Me pidieron 10.000 afganis (unos 150 dólares), que yo no tenía. Fui a la farmacia sin receta y me dieron un medicamento”.
El personal médico está maniatado, pero advierte sobre las consecuencias de prohibir el aborto
Los talibanes se rigen por las doctrinas del Islam, la religión que ve en el aborto una práctica para quitar vidas. Pero, "las restricciones presupuestarias y el cierre forzoso de los servicios de planificación familiar ponen en peligro el acceso a los anticonceptivos modernos", que podrían evitar los embarazos no deseados, que terminan en abortos “caseros”.
Aunque no transformaron la Ley sobre interrupción del embarazo al llegar al poder, de vez en cuando revisan las recetas de farmacias en hospitales del país, como si fuera una cacería de brujas, para encontrar a médicos que hayan ayudado a mujeres a practicarse un aborto, y los llevan presos.
En palabras de una ginecóloga local, esto lleva a que "muchas (mujeres) lo intenten (abortar) en casa y luego acudan al hospital diciendo que han tenido un aborto espontáneo".
La situación es crítica, pero el personal de salud se encuentra con las manos atadas: "Siento pena por estas mujeres; juré ayudarlas cuando decidí ser doctora. Pero no podemos", lamentó al ser entrevistada en la provincia de Nangarhar, en la frontera con Pakistán.


