El Daniel Felipe que deberíamos llevar por dentro

Una oportuna mirada en el espejo


Gustavo Nieto

Gustavo Nieto

junio 05 de 2021
06:00 a. m.
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La ruta que busca coronar el puerto de montaña de Sdruzzina, se convirtió en el escenario de uno de los episodios más emocionantes del Giro de Italia, episodio que reporteros del mundo destacaron ampliamente, porque significó en gran parte, la defensa que Egan Bernal pudo hacer del liderato de la importante carrera. Cuando Simon Yates atacó con todo su impetu nuestro "joven maravilla" sufrió la crisis que todos temíamos, sin fuerzas, Bernal declinó seguir el ritmo del británico y prácticamente desfalleció, las imágenes lo dejan ver casi estático, apenas con lo suficiente para seguir pedaleando y entonces todos, sin excepción, pensamos lo peor: el sueño de la camiseta rosada parecía convertirse en pesadilla.

Pero de pronto, en medio de semejante panorama, emergió la figura de otro joven, no menos cansado que su compañero, pero con una decisión clara en su cabeza, la de ayudarlo.

Sin ahorrarse nada para él, Daniel Felipe Martínez se acomodó al lado del ídolo y aún no sabemos cómo, lo llevó a la meta sano y salvo. Los vimos a los dos devorando la empinada carretera y  restando segundos a los rivales, en fin, la camiseta del líder estaba resguardada. 

Sin proponérselo estos dos jóvenes nos daban así una de las más poderosas lecciones que recuerde el país. Egan, capaz de sobreponerse a la adversidad, con un sentido de resiliencia sorprendente, el otro, Daniel Felipe, con un corazón inmenso, sin dudarlo depuso sus pretenciones y buscó al amigo en problemas para sacarlo del lío en el que se había metido. 

Por estos días de tanta incertidumbre, que vemos impávidos cómo se hace pedazos el país, descubrimos con decepción, que a muchos nos falta lo que a ellos dos les sobra.

Y el escenario no puede ser más propicio para mirarnos en ese espejo.

Más allá de las jornadas de protestas pacíficas, legítimas por cierto, hemos descubierto facetas de nuestra sociedad que en uno u otro sentido, sorprenden.

Detrás de quienes reclaman con derecho por causas que consideran justas, se apertrecharon hordas de desadaptados que nos recuerdan cuánto de Daniel Felipe nos falta.

Ante un país cansado por más de un año de pandemia, casi sin músculo para recuperarse, con fuerza apenas para sostenerse y tratar de dar pasos hacia adelante, a ellos, los violentos, no se les ocurrió nada distinto que asestarle un golpe que pensaron sería definitivo.

Cuando ese país esperaba una mano para resucitar en medio de la dura pendiente que supone reactivarse tras meses a media marcha, lo que recibió fue una bofetada.

Los comercios quebrados, las empresas agonizantes, los miles de ciudadanos con sus empleos en riesgo y otros ahogados en deudas, los emprendimientos frustrados, todos amanecieron un día bloqueados por quienes se adjudicaron la potestad de decidir sobre los demás.

Embestidos por un poder proveniente de quién sabe dónde, unos personajes, a quienes aún no les conocemos el rostro, decidieron taponar las pocas rendijas que quedaban para respirar.

¡Cuánto de Daniel Felipe nos falta!

Amenazantes, en vez de empujar hacia adelante, decidieron atravesarse en el camino. Con un cronograma perverso nos sometieron día a día a observar el doloroso espectáculo de vías cerradas, edificios incendiados, locales saqueados, fábricas liquidadas, trabajadores en la calle, familias sin víveres, sin contar con la más terrible de las consecuencias, las víctimas fatales de un caos fríamente calculado. ¡Cuánto de Daniel Felipe nos falta!

Pero en cambio a otros muchos les sobra de Egan. Es verdad, miles que a pesar de estar a punto de desfallecer, con la cuesta más inclinada que nunca, sacan de donde no tienen y en una última bocanada, acumulan suficiente aliento para avanzar.

Respetan el derecho a la protesta e incluso comparten la frustración de quienes marchan pacíficamente, pero no se rinden ante la violencia implícita en un bloqueo, no ceden ante la altanería de quien impide el paso, no les importa que en vez de una mano, reciban un golpe certero.  

Agricultores, comerciantes, profesionales, trabajadores, empresarios, ganaderos, todos hacen parte de esa "otra resistencia" que decidió llegar a la cima a pesar de no tener un Daniel Felipe al lado.

En medio del desasosiego que rodea estos tiempos tan extraños, ¿no será que por allá, en algún rincón de nuestra mente, una voz nos dice que nos iría mejor si actuaramos como esos dos jovencitos?.

Nunca más válidas las palabras de Daniel Felipe Martínez, conocidas después del famoso episodio en los alpes italianos:  “Ahora lo importante no es saber quién es el mejor del equipo, sino saber qué es lo mejor para el equipo”. Mejor dicho imposible.

Subdirector de Noticias RCN

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