Bogotá no puede seguir enterrando su futuro en Doña Juana
Bogotá enfrenta una crisis estructural en la gestión de sus basuras.
11:47 a. m.
Las calles llenas de desechos, los fallos en la recolección y un relleno sanitario al borde del colapso son síntomas de un modelo agotado. Doña Juana cumplió su vida útil hace años, pero la ciudad sigue enterrando allí más de 6.600 toneladas diarias mientras la Alcaldía insiste en extender lo insostenible.
Las medidas anunciadas recientemente por el Distrito, fortalecer ecopuntos, aumentar la frecuencia de recolección, ampliar la capacidad de Aguas de Bogotá, sancionar a empresas incumplidas y promover acciones pedagógicas, pueden mitigar de manera temporal la crisis visible en las calles. Son respuestas necesarias frente a la emergencia actual, pero siguen siendo parches. Acciones reactivas que no resuelven las causas profundas del problema.
La raíz de la crisis es clara: de las 8.300 toneladas de basura que genera Bogotá cada día, cerca del 80 % podría reciclarse o compostarse. Sin embargo, estos residuos terminan en Doña Juana, contaminando el aire, el agua y la vida de comunidades como la de El Mochuelo y de personas recicladoras de oficio expuestas a estos químicos y gases tóxicos. El modelo de enterramiento masivo es un fracaso ambiental y social que enferma a la ciudad y posterga las soluciones de fondo.
El gobierno distrital no puede seguir posponiendo la discusión de un nuevo modelo integral de gestión de residuos. Uno que cierre definitivamente Doña Juana, dignifique a las personas recicladoras y apueste en serio por el reciclaje y el compostaje. Lo contrario significaría repetir en 2026 los mismos errores bajo otro esquema, con más contratos millonarios pero sin transformación real.
Bogotá merece un sistema de residuos que mire hacia el futuro y no hacia el pasado. La ciudadanía ya separa en casa: Según una encuesta realizada por Greenpeace, el 94 % lo hace de manera regular. Lo que falta no es voluntad de la gente, sino decisión política para que ese esfuerzo no se pierda en un relleno sanitario colapsado.
Seguir ampliando Doña Juana es condenar a la ciudad a respirar veneno y a repetir un ciclo de improvisación y negligencia. Bogotá no aguanta más parches: es hora de que el gobierno despierte y actúe con la seriedad que la crisis exige.
Por Laura Caicedo, coordinadora de campañas de Greenpeace Colombia