Ministerios por reformas
Varios de los "pura sangre" de Petro sufrieron un tardío cargo de conciencia que despertó en ellos una falsa "dignidad" y "coherencia".
10:31 p. m.
La supuesta crisis ministerial desatada por la confirmación de Benedetti no es más que una elaborada coartada para salvar un proyecto político moribundo. Varios de los "pura sangre" de Petro sufrieron un tardío cargo de conciencia que despertó en ellos una falsa "dignidad" y "coherencia", utilizadas para justificar su salida del gabinete.
Muchos analistas y opinadores aplaudieron la dimisión de algunos ministros, pero pareciera que se les olvidara que tanto Benedetti como Sarabia no son recién llegados al proyecto del Pacto Histórico. Tuvieron que pasar dos años de campaña, dos años de gobierno, decenas de escándalos y la designación de estos dos impresentables en cuanto cargo solicitaron para que, de repente, se les despertara la "dignidad".
Puras mentiras. Más bien, se abrió una oportunidad de oro para desmarcarse de un gobierno fracasado e impopular.
Por ello, considero que todo este zafarrancho no es más que una jugada oportunista y calculada que le permitirá a Petro reorganizar sus cartas: llamar a sus más fieles subordinados, como Hollman Morris y compañía; evitar el costo político de su gobierno a sus figuras electorales más importantes y, además, disponer de carteras ministeriales para negociar con el Congreso.
El plan ya está en marcha. De manera irresponsable y saltándose la Ley 5, que rige el funcionamiento del Legislativo, el gobierno presiona para convocar sesiones extraordinarias a la fuerza con el fin de aprobar, ni más ni menos, la reforma a la salud y otras agendas a cambio de la entrega de ministerios, sus cargos y presupuestos.
De hecho, el presidente ya afirmó que está dispuesto a permitir la entrada de partidos a su gobierno que ayuden a materializar su agenda política o, mejor dicho, lo que queda de ella.
El error de muchos analistas es pensar que la política tradicional, que controla el Congreso a su antojo, gana elecciones con votos de opinión y "excelentes" propuestas. La realidad es que el grueso de los congresistas son mercenarios y votan según el mejor postor que les permita aceitar sus maquinarias y aumentar su capital para las elecciones de 2026.
Por supuesto, varios partidos tradicionales, como el Conservador, ya anunciaron que no aceptarán la jugosa "mermelada". ¡Pago por ver! Por su parte, el expresidente Gaviria se declarará en independencia, pero todo el país político sabe que no tiene control sobre la mayoría de su bancada. Mientras tanto, el Partido de la U guarda un prudente, pero hambriento, silencio porque entiende el valor estratégico de lo que está por repartirse. Y ni hablar de la frotada de manos del Partido Verde.
A estas alturas, los políticos experimentados saben que no necesitan poner a un "prócer" en los cargos ministeriales. El perfil de los ministros está devaluado y el desgaste del gobierno es tal que ya no importa quién llegue, siempre y cuando sea funcional.
Además, muchos olvidan que el gobierno tiene decenas de billones represados en fiducias, fondos que podrá utilizar para subsidios monetarios no condicionados, obras de bajo impacto y programas de dudosa utilidad, diseñados para hacer política y sacar su tajada. Me atrevo a decir que la repartija de la UNGRD quedará pequeña ante lo que se avecina. Los malos políticos y la izquierda robustecerán sus cofres para la campaña.
A cambio de semejante ayuda, los congresistas solo tendrán que darle a Petro su última victoria política: la reforma a la salud. En política se dice que una semana es una eternidad y, por más turbulentos que hayan sido los últimos días, todavía queda un año y medio de gobierno.
Petro y la política tradicional no están derrotados, por más que muchos piensen que el circo del Consejo de ministros, la crisis de orden público y fiscal, los escándalos de corrupción y el desgaste general han cobrado un costo político irreparable ante la opinión pública.