Literarios: los tesoros peruanos y tres clásicos bogotanos

A Machu Picchu, la imponente e insólita ciudadela de los Incas, no la descubrió el descubridor. Es decir, el científico estadounidense  Hiram Bingham, quien según la historia oficial llegó por primera vez, no fue el primero.

El libro descubre los personajes que lo precedieron y pone dedos en varias llagas, como esta: piezas de Machu Picchu que resultaron en Estados Unidos.

Escrito a cuatro manos por el cronista y editor Sergio Vilela y por el historiador José Carlos de la Puente.

Para los que miden la vigencia de los libros en las reediciones, hay tres ejemplos claros. Es la oportunidad de volver a una de las voces más claras y clásicas en Bogotá, Alfredo Iriarte.

En formato de bolsillo regresan sus dos últimas novelas publicadas y un libro de relatos. Espárragos para dos leones, El jinete de bucentauro e Hidalgo de bragueta y otras fábulas de Iriarte.

Tres ejemplos también, como era habitual en Iriarte, de mordacidad, ironía, guiños a la literatura y a una Bogotá de inicios del siglo 20 cuando eran otras calles, otros personajes y -sobre todo- otros parámetros morales.