Colombia revive los fantasmas del pasado: atentado contra Miguel Uribe sacude la política nacional
El ataque contra Uribe ha reactivado el trauma nacional de los magnicidios que marcaron al país en las décadas de 1980 y 1990.

Noticias RCN
09:02 a. m.
Este sábado 7 de junio, el país volvió a enfrentar uno de sus episodios más oscuros: la violencia política.
Esto, tras el reciente atentado contra el senador Miguel Uribe, de orientación conservadora y aspirante a la presidencia en 2026.
Grave atentado contra Miguel Uribe: menor de edad le disparó en la cabeza
El suceso ha reactivado el trauma nacional de los magnicidios que marcaron al país en las décadas de 1980 y 1990.
Uribe, de 39 años, recibió tres impactos de bala mientras sostenía un acto público en un barrio popular.
Aunque no había iniciado oficialmente su campaña, su presencia en la zona hacía parte de sus movimientos preparatorios con miras a las próximas elecciones.
Información de las autoridades confirmó que el presunto atacante, un joven de apenas 15 años, fue detenido poco después del hecho.
El ataque recuerda con crudeza que los crímenes políticos no son parte de un pasado remoto.
Para muchos, es un eco perturbador del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, que desató una era de violencia bipartidista conocida como "La Violencia", y de los magnicidios de líderes como Jaime Pardo Leal, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro entre 1987 y 1990.
En esos años, sicarios al servicio del narcotráfico y sectores aliados dentro del Estado buscaron frenar, con sangre, las propuestas de transformación.
Sin embargo, a diferencia de aquellos años, cuando las víctimas eran mayoritariamente de izquierda, este nuevo atentado tuvo como blanco a una figura de derecha.
“El atentado contra Miguel Uribe marca un regreso a los peores momentos de violencia política en el país”, señaló en la red X Juanita Goebertus, directora para las Américas de Human Rights Watch.
La investigadora Laura Bonilla, de la Fundación Paz y Reconciliación, también expresó preocupación por el retroceso que implica este hecho: “Muchos de nosotros creíamos que ese ciclo se había cerrado”.
Por su parte, el presidente Gustavo Petro rechazó el violento ataque y llamó a evitar una espiral de odio: “La muerte de un dirigente político, cualquiera que sea su pensamiento, puede originar una vorágine de violencia si no controlamos el deseo de venganza, el prejuicio y el odio”.
El atentado se registró en un clima de alta tensión política y social. Aunque Petro fue el primer presidente de izquierda en llegar al poder en 2022, su mandato ha estado marcado por enfrentamientos con la oposición, protestas sociales, y denuncias de amenazas de muerte, incluso contra él.
Recientemente, denunció un complot de narcotraficantes, colombianos y extranjeros, para asesinarlo con cohetes desde Dubái.
En 2002, Álvaro Uribe, líder del partido al que pertenece Miguel Uribe, también sobrevivió a un atentado con explosivos. Su biografía relata al menos quince intentos de asesinato.
Con las elecciones presidenciales de 2026 en el horizonte, el atentado contra Miguel Uribe podría ser apenas el primer episodio de una campaña que, según advierten analistas, podría estar marcada por la violencia.
La polarización política, el resurgimiento de actores armados ilegales y la falta de garantías para la oposición o el disenso podrían detonar una nueva ola de ataques.