Confidencial: el buen manejo de Ricardo Bonilla al frente de Findeter

El remezón del gabinete ministerial sorprendió con dos representativas salidas. Por un lado, la de Carolina Corcho, polémica por su reforma a la salud; y por otro, la de José Antonio Ocampo, quien era considerado el 'polo a tierra' del Gobierno Nacional y el que calmaba los incendios generados por las declaraciones de otros jefes de cartera.

La primera decisión generó cierta calma, aunque dejó interrogantes en torno al futuro del articulado. La segunda, por el contrario, provocó preocupación en el sector económico y se sintió en los mercados del país.

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Ricardo Bonilla, hombre cercano a Gustavo Petro, fue el elegido para asumir la cartera de Hacienda. Una decisión que no sorprende porque ha acompañado al mandatario colombiano desde el inicio e incluso participó en la creación del programa económico que lo llevó a la Presidencia.

Mucho se habló respecto al “radicalismo” con el que se leen las recientes decisiones del jefe de Estado, comentarios fueron y vinieron sobre el nuevo ministro de Hacienda: que le diría que sí a cualquier determinación del mandatario o que no generaría confianza en los mercados internacionales, como lo hacía Ocampo. Lo cierto es que, como dicen por ahí, hablan más los hechos que las palabras y la trayectoria de Bonilla y su experiencia laboral como docente y funcionario pueden verse como un parte de tranquilidad sobre lo que ocurrirá con las finanzas del país, que, según sus cercanos, están en buenas manos.

Los precedentes hablan por él. Fuentes aseguraron a este confidencial que en su paso por la Presidencia de Findeter, Bonilla continuó el rumbo de la Financiera de Desarrollo Territorial sin cambiar trabajadores, actuando de manera equilibrada, mesurada y con sus propias opiniones. Logró mejoras en los territorios y dejó a la entidad por un camino de crecimiento, sin radicalizaciones y con ponderación. 

Por el momento, lo que suceda con Bonilla está por verse, pero claro que merece el beneficio de la duda respaldado por su experiencia. 

Ahora bien, la movida política que ejecutó Gustavo Petro puede leerse mejor como una apuesta por gobernar con los suyos, porque hacerlo con los de la oposición no le habría resultado tan bien para cumplir con su ambiciosa agenda reformista, que por ahora es incierta. 

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